miércoles, 30 de abril de 2014

Contubernio de Munich


Clasificación
Se trata de un fragmento de la resolución del IV Congreso del Movimiento Europeo. Es una fuente primaria. El texto es circunstancial, en concreto una declaración, de naturaleza política. Su autor es colectivo: la delegación española invitada al IV Congreso del Movimiento Europeo, formada por 118 políticos españoles de la oposición democrática al régimen de Franco, pertenecientes tanto a la oposición interna como al exilio. Su destinatario es la opinión pública internacional. Se redacta en Munich, entre los días 7 y 8 de junio de 1962.
Circunstancias espacio-temporales: En España se viven años de desarrollismo económico (la producción industrial supera el 12 %), de liberalización económica y de reforma institucional. En el gobierno se halla una coalición aperturista con Muñoz Grandes en la vicepresidencia del gobierno y Manuel Fraga Iribarne en la cartera de Información y Turismo, desde donde sacará a delante una Ley de Prensa que limaba los aspectos más aberrantes y obsoletos de la de 1938. Se producen encierros y manifestaciones en las universidades de Madrid y Barcelona y protestas y huelgas obreras en Asturias, País Vasco y Barcelona. Intelectuales encabezados por Menéndez Pidal piden el fin de la represión. Se proclama el Estado de excepción.
En el exterior, la Europa democrática vive un florecimiento industrial. En octubre tiene lugar la crisis de los de los misiles cubanos, uno de los episodios más dramáticos de la guerra fría.

Análisis
El Congreso declara que, según los principios político e ideológicas que animan a Europa occidental, todo país que quiera integrarse en ella debe tener un sistema democrático, por ello se exige de España instituciones democráticas verdaderamente representativas, la garantía de los derechos del hombre, la identidad de las regiones y la posibilidad de organizar partidos y sindicatos.

Comentario
El período que transcurre de 1951 a 1965 es el del apogeo del régimen franquista. Éste carecía de institucionalización, lo que lejos de ser un testimonio de su debilidad era muestra de su capacidad de adaptación. A la altura de 1951 éste había superado ya el peor momento de su existencia por la simultaneidad de la presión interior y la de la guerrilla con la exterior. La oposición vio pasar su mejor oportunidad en la posguerra mundial y ya nunca recuperaría sus posibilidades hasta la muerte de Franco. La década de los cincuenta fue el peor momento de la oposición, reducida, en el caso de los monárquicos, al colaboracionismo, y en el de la oposición de izquierdas exiliada, a la fragmentación y al recuerdo del pasado republicano. El máximo declive de la oposición entre 1951 y 1956 se vio acompañado por la ruptura de los contactos entre la oposición interna y la exiliada. En 1956 se produce por vez primera una oposición formada no por los vencidos sino por los hijos de los vencedores: la protesta de estudiantes. A partir de la última fecha se reanudan los contactos y surge un proceso de convergencia entre opositores del interior y del exterior, procedentes de diversas generaciones y de medios doctrinales distintos, que acabaría dando fruto en la reunión de Munich en 1962.
Rasgo común a todos los grupos surgidos en torno a 1956 en el interior de la península fue la coincidencia en torno al europeísmo. La idea de Europa revestía una especial significación. Por un lado, el régimen había pedido la integración española en el Mercado Común Europeo, al darse cuenta que no había otra opción para la economía española. Por otro lado, la opción europeísta suponía identificarse con la fórmulas democráticas, por ello quedaron excluidos de la reunión de Munich el PCE, el POUM, la CNT y el FLP. En el interior, el europeísmo estaba difundido en medios muy amplios. En el exilio, Salvador de Madariaga había jugado un papel decisivo en la promoción de la unidad europea. A Madariaga y su entorno hay que atribuir la idea de una reunión del europeísmo español. La idea de Madariaga era que los políticos del viejo continente hiciesen una declaración en favor de la democratización de España. Se optó por celebrar una reunión sobre Europa y España con ocasión de otra celebrada por el Movimiento Europeo en Munich durante los primeros días de junio de 1962.
Cuando la reunión tuvo lugar, España había pasado por una oleada de huelgas quizá las más amplias, en cuanto a participación popular y dispersión geográfica desde el final de la guerra civil. Los huelguistas habían recibido muestras de solidaridad tanto de grupos políticos de la oposición interior como de la exterior, así como de organismos internacionales, lo cual colocó al régimen en una marcada predisposición a la actuación represiva.
Se reunieron en la ciudad bávara algo más de un centenar de españoles, de los que dos tercios procedían del interior; estaban representados todos los grupos de oposición, tanto exiliada como interior, y, por fin, consiguió llegarse entre ellos a un acuerdo respecto del régimen de Franco que superase el debate de como llevar a cabo la transición a la libertad, a través de la Monarquía o la implantación de un período de transición sin preciso signo institucional. Eludida esta cuestión, se coincidió en la aceptación común de los puntos que aparecen en la declaración motivo de este comentario.
La respuesta de Franco fue inmediata y debe ser entendida en el contexto de su capacidad de aprovechamiento de las supuestas injerencias ajenas en la vida del régimen, de su preocupación por las huelgas de meses anteriores y de su habitual temor a que sectores políticos moderados le quitaran el apoyo de las clases medias que hasta entonces habían estado tras él. Estos factores hicieron que la reacción fuera desmesurada: se suspendió el Fuero de los Españoles y la prensa desató una durísima campaña en contra de los asistentes a la reunión, inmediatamente calificada de contubernio. Llegados a Madrid, los reunidos tuvieron que optar entre el confinamiento en Canarias o el exilio. Paralelamente se organizaron en toda España manifestaciones en que se excitó el numantismo de quienes estaban a favor del régimen.
La importancia del contubernio de Munich estriba en que por primera vez la oposición del interior supera en número y relevancia a la exiliada. Más trascendente es el hecho de que se empezase a cerrarse la herida causada por la guerra civil, pues hubo sintonía no sólo entre Madariaga y Gil Robles, sino también entre éste y Llopis, dirigente socialista, pues ambos se habían enfrentado durante la época republicana. La reunión también supuso la manifestación de una oposición que no iba a desaparecer, de que los vientos de la Historia soplaban a su favor y empujaban a España hacia Europa. Pero también se mostró la fragilidad y fragmentación que caracterizaba a la oposición. Hubo crisis en los movimientos democristianos y monárquicos según el grado de afinidad con el régimen. Don Juan de Borbón emitió una nota afirmando no haberse sentido representado en dicha reunión, que Gil Robles interpretó como una desautorización. Hubo que esperar a la muerte de Franco para que se democratizara el sistema político y España fuera aceptada en Europa.


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