miércoles, 30 de abril de 2014

Contubernio de Munich


Clasificación
Se trata de un fragmento de la resolución del IV Congreso del Movimiento Europeo. Es una fuente primaria. El texto es circunstancial, en concreto una declaración, de naturaleza política. Su autor es colectivo: la delegación española invitada al IV Congreso del Movimiento Europeo, formada por 118 políticos españoles de la oposición democrática al régimen de Franco, pertenecientes tanto a la oposición interna como al exilio. Su destinatario es la opinión pública internacional. Se redacta en Munich, entre los días 7 y 8 de junio de 1962.
Circunstancias espacio-temporales: En España se viven años de desarrollismo económico (la producción industrial supera el 12 %), de liberalización económica y de reforma institucional. En el gobierno se halla una coalición aperturista con Muñoz Grandes en la vicepresidencia del gobierno y Manuel Fraga Iribarne en la cartera de Información y Turismo, desde donde sacará a delante una Ley de Prensa que limaba los aspectos más aberrantes y obsoletos de la de 1938. Se producen encierros y manifestaciones en las universidades de Madrid y Barcelona y protestas y huelgas obreras en Asturias, País Vasco y Barcelona. Intelectuales encabezados por Menéndez Pidal piden el fin de la represión. Se proclama el Estado de excepción.
En el exterior, la Europa democrática vive un florecimiento industrial. En octubre tiene lugar la crisis de los de los misiles cubanos, uno de los episodios más dramáticos de la guerra fría.

Análisis
El Congreso declara que, según los principios político e ideológicas que animan a Europa occidental, todo país que quiera integrarse en ella debe tener un sistema democrático, por ello se exige de España instituciones democráticas verdaderamente representativas, la garantía de los derechos del hombre, la identidad de las regiones y la posibilidad de organizar partidos y sindicatos.

Comentario
El período que transcurre de 1951 a 1965 es el del apogeo del régimen franquista. Éste carecía de institucionalización, lo que lejos de ser un testimonio de su debilidad era muestra de su capacidad de adaptación. A la altura de 1951 éste había superado ya el peor momento de su existencia por la simultaneidad de la presión interior y la de la guerrilla con la exterior. La oposición vio pasar su mejor oportunidad en la posguerra mundial y ya nunca recuperaría sus posibilidades hasta la muerte de Franco. La década de los cincuenta fue el peor momento de la oposición, reducida, en el caso de los monárquicos, al colaboracionismo, y en el de la oposición de izquierdas exiliada, a la fragmentación y al recuerdo del pasado republicano. El máximo declive de la oposición entre 1951 y 1956 se vio acompañado por la ruptura de los contactos entre la oposición interna y la exiliada. En 1956 se produce por vez primera una oposición formada no por los vencidos sino por los hijos de los vencedores: la protesta de estudiantes. A partir de la última fecha se reanudan los contactos y surge un proceso de convergencia entre opositores del interior y del exterior, procedentes de diversas generaciones y de medios doctrinales distintos, que acabaría dando fruto en la reunión de Munich en 1962.
Rasgo común a todos los grupos surgidos en torno a 1956 en el interior de la península fue la coincidencia en torno al europeísmo. La idea de Europa revestía una especial significación. Por un lado, el régimen había pedido la integración española en el Mercado Común Europeo, al darse cuenta que no había otra opción para la economía española. Por otro lado, la opción europeísta suponía identificarse con la fórmulas democráticas, por ello quedaron excluidos de la reunión de Munich el PCE, el POUM, la CNT y el FLP. En el interior, el europeísmo estaba difundido en medios muy amplios. En el exilio, Salvador de Madariaga había jugado un papel decisivo en la promoción de la unidad europea. A Madariaga y su entorno hay que atribuir la idea de una reunión del europeísmo español. La idea de Madariaga era que los políticos del viejo continente hiciesen una declaración en favor de la democratización de España. Se optó por celebrar una reunión sobre Europa y España con ocasión de otra celebrada por el Movimiento Europeo en Munich durante los primeros días de junio de 1962.
Cuando la reunión tuvo lugar, España había pasado por una oleada de huelgas quizá las más amplias, en cuanto a participación popular y dispersión geográfica desde el final de la guerra civil. Los huelguistas habían recibido muestras de solidaridad tanto de grupos políticos de la oposición interior como de la exterior, así como de organismos internacionales, lo cual colocó al régimen en una marcada predisposición a la actuación represiva.
Se reunieron en la ciudad bávara algo más de un centenar de españoles, de los que dos tercios procedían del interior; estaban representados todos los grupos de oposición, tanto exiliada como interior, y, por fin, consiguió llegarse entre ellos a un acuerdo respecto del régimen de Franco que superase el debate de como llevar a cabo la transición a la libertad, a través de la Monarquía o la implantación de un período de transición sin preciso signo institucional. Eludida esta cuestión, se coincidió en la aceptación común de los puntos que aparecen en la declaración motivo de este comentario.
La respuesta de Franco fue inmediata y debe ser entendida en el contexto de su capacidad de aprovechamiento de las supuestas injerencias ajenas en la vida del régimen, de su preocupación por las huelgas de meses anteriores y de su habitual temor a que sectores políticos moderados le quitaran el apoyo de las clases medias que hasta entonces habían estado tras él. Estos factores hicieron que la reacción fuera desmesurada: se suspendió el Fuero de los Españoles y la prensa desató una durísima campaña en contra de los asistentes a la reunión, inmediatamente calificada de contubernio. Llegados a Madrid, los reunidos tuvieron que optar entre el confinamiento en Canarias o el exilio. Paralelamente se organizaron en toda España manifestaciones en que se excitó el numantismo de quienes estaban a favor del régimen.
La importancia del contubernio de Munich estriba en que por primera vez la oposición del interior supera en número y relevancia a la exiliada. Más trascendente es el hecho de que se empezase a cerrarse la herida causada por la guerra civil, pues hubo sintonía no sólo entre Madariaga y Gil Robles, sino también entre éste y Llopis, dirigente socialista, pues ambos se habían enfrentado durante la época republicana. La reunión también supuso la manifestación de una oposición que no iba a desaparecer, de que los vientos de la Historia soplaban a su favor y empujaban a España hacia Europa. Pero también se mostró la fragilidad y fragmentación que caracterizaba a la oposición. Hubo crisis en los movimientos democristianos y monárquicos según el grado de afinidad con el régimen. Don Juan de Borbón emitió una nota afirmando no haberse sentido representado en dicha reunión, que Gil Robles interpretó como una desautorización. Hubo que esperar a la muerte de Franco para que se democratizara el sistema político y España fuera aceptada en Europa.


Franquismo


Esquema
  1. Ideología
    1. Anticomunismo
    2. Antiliberalismo
    3. Antiparlamentarismo
    4. Nacional Catolicismo
    5. Nacional Sindicalismo
    6. Tradicionalismo
  2. Política
    1. Falange
    2. Monárquicos
    3. Ejército
    4. Iglesia
    5. Tecnócratas del Opus Dei
  3. Apoyo social:
    1. Grandes propietarios
    2. Burguesía industrial
    3. Banca
    4. Empresarios y especuladores
    5. Clases medias
    6. La Iglesia
  4. Los primeros años (1939-1950)
    1. El Nuevo Estado
    2. Represión
    3. Racionamiento
    4. Maquis
    5. Bloqueo internacional y autarquía
  5. Años cincuenta
    1. Apertura internacional (tratado EEUU, Concordato)
    2. Liberalización económica
    3. Ayuda económica internacional
    4. Primeras protestas
    5. Ley de Principios del Movimiento Nacional
    6. Descolonización de Marruecos.
  6. Período 1959-1975
    1. Renovación de la dirección (tecnócratas y reformistas)
    2. Expansionismo económico
    3. Crece la oposición
    4. Apertura
  7. Institucionalización del régimen
    1. Leyes Fundamentales

El franquismo no fue una dictadura totalitaria, sino más bien una dictadura personal basada en la adhesión de los vencedores a la persona de Franco (Caudillaje), quien se presenta como figura providencial. La dictadura tomó plena forma durante 1938-1939 con una nueva ley que ratificaba la autoridad de Franco y su potestad de promulgar decretos, con una fuerte presencia del Ejército y de la Iglesia, un estatuto de prensa opresivo que sometía toda publicación a una rígida censura, un sistema nacional sindicalista que controlaba y regulaba trabajo y producción, y una judicatura y educación fuertemente purgadas. La Ley de Responsabilidades Políticas dictó una política de vencedores y vencidos. La represión fue brutal hasta 1950.
No tenía un ideario concreto aunque su régimen puede definirse en términos de nacional-catolicismo, nacional-militarismo, nacional-patriotismo, antidemócrata, antiliberal, antiinstitucional, antiparlamentario y antipluralista. Uno de sus objetivos prioritarios fue su supervivencia. Su lema: orden, unidad y aguantar. Recibió el apoyo social de la Iglesia, la alta burguesía financiera y empresarial, los latifundistas y unas clases medias nacidas en los años del desarrollismo económico.
La política se caracterizó por su moderación, flexibilidad y capacidad de evolución (desde el fascismo de los 40 hasta la dictadura desarrollista de los 60). La indiferencia de Franco por la política hizo que cobrara importancia el Consejo de Ministros y que los ministros tuvieran un margen importante de poder. Franco se limitó a ejercer un arbitraje salomónico: no apoyar a ninguno de las personalidades enfrentadas, sino apartar a ambas del gobierno. Los gobiernos eran coaliciones informales formadas por las distintas familias políticas (carlistas, monárquicos, falangistas, católicos y los llamados tecnócratas) en que existía un complicado modelo de relaciones clientelísticas de influencias fluctuantes.
En la última etapa el poder se agrupaba en clientelas personalistas que se enfrentaban por el poder o por la apertura, pero no por ideología alguna. La falta de institucionalización era, no testimonio de debilidad, sino muestra de capacidad de adaptación.
La tentación fascista y la supervivencia (1939-1951)
Del Estado totalitario al nacional-catolicismo (1939-1945)
Los acontecimientos exteriores son los que determinan no sólo la política exterior sino, también, la interior. Así, tras la derrota de Francia por Alemania, Franco proclama la “no beligerancia” que fue en realidad una prebeligerancia. El régimen vive la tentación fascista y se identifica con la causa del Eje, que duró hasta la caída de Mussolini y el desembarco de Normandía, que hacía prever la victoria de los aliados. Tras estos acontecimientos, el régimen siguió un incierto camino hacia la neutralidad.
Se promulga la Ley de Cortes (1942) con un componente tradicionalista sin capacidad de acción y decisión.
Del aislamiento a la inserción internacional (1945-1950)
Presión de los aliados contra el régimen, que es excluido del plan Marshall y de los organismos internacionales. Francia cierra su frontera con España. El régimen padece años de ostracismo y practica la defensa numantina.
Franco recurre al catolicismo político para acercarse a las Democracias Cristianas de la Europa de su tiempo.
Se acomenten unos cambios cosméticos: momentánea desaparición de la secretaría general del Movimiento, que reaparecería pasada la tormenta. Se promulga el Fuero de los Españoles: mera declaración de derechos, sin consecuencia alguna, para ocultar la realidad vergonzante. Con el referéndum de 1947 se quiso dar una apariencia democrática. Se promulga la Ley de Sucesión que legitima el régimen como monarquía , que reconoce a Franco como regente de por vida. En 1948, Don Juan Carlos es enviado a España.
Autarquía y racionamiento: política social y económica en la década de los 40.
A causa de la destrucción del aparato productivo y la lentitud de la reconstrucción, hubo un descenso de la productividad y de la renta nacional. Se impone la autarquía (economía de autosuficiencia) sin intercambios exteriores, fundamentada no en la conveniencia sino en el nacionalismo. España vive una economía rígida de racionamiento con el parco consumo sometido a una cartilla de racionamiento que nació con carácter provisional pero que duró doce años. El mercado negro y el estraperlo fueron consecuencia del rígido intervencionismo estatal.
El apogeo del régimen (1951-1965)
Del aislamiento a la inserción internacional (1951-1965)
En el concierto internacional, los factores de índole estratégica se imponen a los de carácter ideológico. Con la guerra fría aumenta la tolerancia respecto del anticomunista Franco. Se firma el Concordato con la Santa Sede (1953) y se pacta con Estados Unidos (bases militares a cambio de ayuda económica). Para el régimen supuso la revalidación internacional del Estado español por una autoridad moral y una gran potencia capitalista. Llegados a este punto la oposición exterior a Franco había fracasado y la interior llevada a cabo por los guerrilleros maquis totalmente desbaratada.
El cambio en la política y en la realidad económicas
En los años 50 llega la ayuda económica y diplomática norteamericana. España es admitida en la ONU (XII, 1955) y se vincula a organizaciones internacionales como la OECE, el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional. Hubo un crecimiento importante de un 8 % anual en la industria. Se pasa de una economía mayoritariamente agraria a otra semi-industrial. No hay que olvidar un factor importante: la renta de situación, es decir, la de un país situado en el extremo sudoccidental de una Europa industrial floreciente como era en la época.
En 1957 hay enfrentamientos armados en Ifni y en 1958 se inicia con renuencia la descolonización de Marrruecos.
De la oposición política a la oposición social
La transformación económica produjo conformismo político, aunque se produce la protesta de los hijos de los vencedores: la protesta estudiantil; igualmente hubo protestas obreras y del catolicismo progresista.
Desarrollo Económico, Apertura y Tardofranquismo (1965-1975)
Llegan al poder los llamados tecnócratas, personas que llegaban a sus cargos en función de su preparación técnica y su capacidad de gestión. Se intenta la institucionalización del régimen con una serie de “leyes fundamentales” en lugar de una constitución y con unas Cortes corporativas, controladas y sumisas. Se inicia la Apertura con la Ley de Prensa, la Reforma Sindical y la elección por sufragio universal de los procuradores familiares a Cortes.
En economía se vive el crecimiento Económico de los 60 y 70, gracias a tres motores: turismo, inversiones extranjeras y las divisas aportadas por la emigración de mano de obra.
La agricultura tradicional sufre una fuerte crisis a causa de su escasa modernización. Curiosamente, lo que no se consiguió con las amortizaciones decimonónicas ni con la reforma agraria republicana se consiguió con el abandono del campo por un millón de jornaleros que se dirigieron a la ciudad o al extranjero provocando aumentos salariales que obligaron a desaparecer las propiedades más pequeñas y menos rentables, y a introducir una mentalidad rentabilista y modernizadora en los latifundios.
El crecimiento económico fue consecuencia del crecimiento industrial. En el periodo de 1961-1964 el crecimiento del producto industrial fue impresionante: de un 12'5 5, y en el de 1965-1973 de un 7'8. Desde 1931 hasta 1970 la producción eléctrica se multiplicó por 27, la de carbón por 2, la de acero por 10 y la de cemento por 8. La industria más pujante fue la química y la del automóvil.
El régimen había logrado la modernización de España; sin embargo, ésta se produjo de manera bien distinta a la prevista por el dictador, quien creía poder combinar progreso económico y tecnológico con cultura católica y tradicionalista, lo cual resultó imposible. Una clase media mucho más amplia se había desarrollado, el analfabetismo había desaparecido y se adoptaron pautas y actitudes socio-culturales radicalmente distintas. Apareció la cultura de unas masas consumidoras y la secularización de una sociedad que se volvió más liberal y permisiva. Había ocurrido sencillamente que la sociedad española había experimenado un proceso similar al ocurrido en la Europa occidental durante la generación precedente, a excepción de la reforma política. Nos encontramos con la “contradicción española”: si en el siglo XIX y primeros del XX las élites políticas habían intentado introducir cambios políticos demasiado avanzados para una sociedad subdesarrollada, en los anos 70 la sociedad y la cultura españolas eran más avanzadas que su retrógrado y represivo régimen político.
Se vive un importante crecimiento de la protesta social. Ahora los sindicatos relevan a los estudiantes en el número de conflictos. Hay un elevadísimo número de huelgas. También crece la oposición política y surge el terrorismo. El mundo cultural e intelectual se aliena totalmente respecto del régimen, el cual, en paralelo a la decadencia biológica de Franco, se esclerotiza y descompone, revelándose un obstáculo para la paz social. Se hacía evidente que el régimen no iba a sobrevivir a Franco. En 1969, Franco elige al príncipe Juan Carlos, nieto de Alfonso XIII, como su sucesor. En noviembre de 1975 muere Franco y siete meses más tarde se inicia un amplio proceso reformador bajo la guía del mentor del rey, Torcuato Fernández Miranada y de su nuevo primer ministro, Adolfo Suárez. Pacíficamente, paso a paso, desde dentro a fuera, se introduce un sistema parlamentario democrático bajo una monarquía constitucional. El trauma de la guerra civil se va superando y por primera vez en la historia de España líderes de la izquierda socialista y comunista y nacionalistas catalanes y vascos cooperan con moderados y conservadores para redactar una nueva constitución a través del consenso. Una constitución que no refleja los valores ni de la izquierda ni de la derecha de los años 30, sino de la democracia liberal. El camino recorrido ha sido largo y tortuoso, pero la democracia liberal, rechazada por ambos bandos en 1936, emerge finalmente triunfante tras la muerte de Franco.

Ley de Responsabilidades Políticas


Clasificación
Se presentan los tres primeros artículos del Capítulo I de La Ley de Responsabilidades Políticas, mencionada a veces por sus siglas LRP, texto de naturaleza jurídica porque es una Ley, aunque también puede ser considerado político dado que tiene que ver con el nuevo régimen que se establece en España: la Dictadura de Francisco Franco; e ideológico en la medida en que refleja principios del denominado Movimiento Nacional.
La LRP fue promulgada el 9-II-1939 en Burgos y publicada en el Boletín Oficial del Estado el 13-II-1939 al final de la Guerra Civil. El primer gobierno de la dictadura franquista dictó la norma “consciente de los deberes que le incumben respecto a la reconstrucción espiritual y material de nuestra Patria (…) que sirva para liquidar las culpas de este orden contraídas por quienes contribuyeron con actos u omisiones graves a forjar la subversión roja (...) y a entorpecer el triunfo providencial e históricamente ineludible del Movimiento Nacional ”.
Se trata de un texto público dirigido a la nación española, especialmente a las personas contrarias al régimen con responsabilidades políticas, y cuya finalidad es preparar la represión de posguerra contra todos aquellos que hubieran apoyado la República.
Análisis
Aclaración de términos y alusiones históricas:
  • personas, tanto jurídicas como físicas (línea 1): referencia a personas y a agrupaciones políticas y sociales (partidos, sindicatos, ateneneos...).
  • 1.° de octubre de 1934 (línea 2): referencia a las revueltas de Cataluña y de Asturias.
  • 18 de julio de 1936 (línea 2): inicio en la Península -un día lo fue en el protectorado española de Marruecos- de la sublevación golpista contra la legitimidad republicana.
  • Movimiento Nacional (línea 4): denominación del partido estatal: Falange Española Tradicionalista de las JONS, creado en abril de 1937 al unir las principales fuerzas paramilitares de voluntarios requetés (carlistas ultracatólicos y tradicionalistas), con la de los partidos fascistas: Falange Española, creado por el joven y carismático José Antonio Primo de Rivera, ejecutado por los republicanos en noviembre de 1936 y convertido en mártir por los nacionales; y Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas de Ramiro Ledesma Ramos. Fue un partido único vacío de contenido y de escasa influencia, pero con el que Franco consiguió una unidad política considerable.
  • elecciones celebradas el 16 de febrero de 1936, Frente Popular (línea 8): últimas elecciones celebradas durante la II República tras la disolución parlamentaria que dio fin al bienio radical-cedista (1933-1935). Obtuvo la victoria por escasísimo margen el Frente Popular, una coalición de partidos y sindicatos de izquierda.
  • organizaciones separatistas (línea 9): referencia subjetiva (y despectiva) por parte de un gobierno centralista a los partidos regionalistas o nacionalistas como el PNV, Esquerra Catalana, Partido Galeguista, Unió Democràtica de Catalunya, Estat Català...
Ideas esenciales:
Art. 1.º: La ley declara culpables (responsabilidad política) a las personas y agrupaciones que habían colaborado en la subversión que transcurre desde el 1-X-1934 hasta el 18-VII-1936, y las que se opusieron a la sublevación militar.
Art. 2.º: Se declara fuera de la Ley a todos los partidos y agrupaciones políticas y sociales que habían integrado el Frente Popular o habían simpatizado con él, a los separatistas y a todos los españoles que hubieran servido a la República de alguna manera durante la guerra civil.
Art. 3.º: Las penas consisten en la inhabilitación civil absoluta y la pérdida total de los bienes, que son expropiados por el Estado.
Explicación del contenido:
La ley consideraba dos períodos subversivos. El primer periodo fue incluido con el fin de asegurar la represión política contra todos los partidos del Frente que apoyaron la Revolución de Asturias o la de Cataluña de 1934, lo cual suponía establecer castigos y penas para todos los militantes y simpatizantes de la izquierda española desde el 1 de octubre de 1934. El segundo periodo extendía la culpabilidad contra todos los españoles que hubieran servido a la República de alguna manera durante la guerra civil, sin distinción de jerarquías, aunque evidentemente la responsabilidad política reconocía severos agravantes para quienes hubieran asumido mayor grado de compromiso y apoyo con el bando republicano, ya sea por ejercer altos cargos civiles o militares, o por integrarse voluntariamente al servicio de la República durante la guerra.
La propia denominación de la norma, al insistir en las responsabilidades políticas no restringía las sanciones a quienes hubieran participado en luchas armadas, sino que los castigos se extendían a cualquier individuo que hubiera prestado su apoyo al bando republicano o a los rebeldes izquierdistas de 1934, incluso sin participar en hechos de armas.
La retroactividad de las penas era un elemento característico de esta norma, que terminaba criminalizando así, en la práctica, a casi todos los simpatizantes del bando republicano que no pudieron huir al exilio.
Circunstancias espacio-temporales:
Esta Ley se promulgó cuando la tropas nacionales ocupaban los últimos rincones de Cataluña. Entrarían en Madrid el 29-III-1939 y el 1 de abril Franco anunció el fin de la guerra. Curiosamente, el mismo día en que se publicaba la LRP, el presidente del gobierno de la República, Juan Negrín, celebró Consejo de ministros en Madrid, haciendo una llamada a la unión del Frente Popular y afirmando su decisión de resistir hasta el final: “O todos nos salvamos o todos nos hundimos en la exterminación y el oprobio”, aunque ya estaba preparando la evacuación y el exilio. En realidad el único argumento válido para continuar la guerra era que una lucha a la desesperada era mucho mejor que disponerse mansamente a enfrentarse a los pelotones de fusilamiento (Antony Beevor), pues pensar conseguir una paz honrosa o llegar a algún tipo de acuerdo con Franco, tras la publicación de la LRP, era caer en el autoengaño. El objetivo de Franco era claro: rendición sin condiciones al conquistador y establecer un régimen con vencedores y vencidos.

Comentario
Los años de posguerra trajeron una difícil convivencia entre los supervivientes de ambas zonas, acrecentada por la represión franquista y su política de división entre vencedores y vencidos, verdugos y víctimas. La LRP fue una de las más completas herramientas legales establecidas por la España franquista para ejercer represión política contra el bando vencido. En enero de 1940 se dispuso que “no se procediera a la detención de ninguna persona sin denuncia y comparecencia por escrito”, lo que parece indicar que hubo una fase en la que pudo darse la represión indiscriminada y sin juicio. Su aplicación concluyó con el Decreto-Ley10/1969, por el que prescribían todos los delitos cometidos antes de 1 de abril de 1939, (es decir, el final de la Guerra Civil). Dicho Decreto-Ley fue dictado a los treinta años de acabada la Guerra Civil. Aun así las inhabilitaciones y prohibiciones fijadas por la LRP siguieron vigentes contra todos los líderes del exilio republicano hasta la muerte de Franco en 1975.
Con la LRP fueron juzgadas varios cientos de miles de personas durante los primeros años posteriores a la contienda. De las 51.000 penas de muerte decretadas, se ejecutaron 30.000, en algunos casos a protagonistas del “Terror Rojo”, en otros a meros disidentes políticos. El grueso de la represión se llevó a cabo entre 1939 y 1942 y hasta abril de 1948 España estuvo en estado de guerra, es decir, bajo la absoluta jurisdicción militar.
Los Tribunales, de distintos niveles, encargados de imponer las sanciones se instalaron en toda la geografía española, y estaban compuestos por representantes del Ejército, de la Magistratura y de la Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S. Las penas consistían en inhabilitación absoluta, o especial, destierro, confinamiento, extrañamiento hasta la pérdida de la nacionalidad española y sanciones económicas que iban desde la pérdida total de los bienes, incautación de bienes, pago de multas, etc., estas sanciones produjeron fuertes ingresos que se depositaban en una “cuenta especial”. Las garantías procesales eran poco menos que nulas y no se daba por supuesto la inocencia sino la culpabilidad. A los presos les preguntaban qué eran (en pasado) y tenía sentido porque el Nuevo Estado se edificó sobre los adictos y para los adictos.
Comparada con la represión llevada a cabo por dictadores totalitarios como Hitler o Stalin, Franco no pretendió aniquilar categorías enteras de población (judíos o kulaks, por ejemplo), sino quebrar la posible resistencia de toda una parte de la sociedad española. Antes de la guerra civil en España había un menos de 10.000 encarcelados, teniendo en cuenta todo tipo de delitos. Pues bien, en 1939 había 270.000 presos y no disminuyó de manera significativa hasta 1950, en que había 30.000. Ello demuestra el alcance y magnitud de la depuración a la que se lanzaron los vencedores. También nos lleva a concluir que la afirmación de que el régimen de Franco era aceptado pasivamente, casi sin oposición, sólo resulta válida para la etapa posterior a la última fecha indicada.

Comentario de la Guerra Civil


Clasificación
Es un texto historiográfico, fuente secundaria, de naturaleza política. Este fragmento pertenece a la obra La República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos durante la guerra civil, obra de varios autores especialistas en el tema, coordinada por Paul Preston, quien escribe la introducción a la cual pertenece este fragmento. Este libro se publica en Barcelona, en 1999.
Paul Preston es un reconocido historiador e hispanista británico (Liverpool, 1946). Especializado en la II República y la guerra civil española. La obra está destinada a la comunidad científica y al público en general.

Análisis
Ideas principales: Se presenta la guerra civil en perspectiva desde los diversos estudios historiográficos. El autor afirma que la guerra civil española se inscribe en el marco europeo de la crisis de los años 30.
En esencia dicho enfrentamiento se explica desde dos puntos de vista: uno interno y otro externo. Según el interno, su origen hay que buscarlo en los conflictos sociales. Desde el punto de vista externo, no fue sino un capítulo más de lo que el autor llama la Gran Guerra Civil europea, un período que va desde 1914 hasta 1945.
De igual modo el autor aduce la caída de la República a causa internas y externas. En las internas se apunta a los movimientos revolucionarios de la extrema izquierda, cuyas energías se aplicaron más en promover sus revoluciones que en resolver unidos el conflicto bélico. En las externas, tanto a los ataques del fascismo internacional como a la irresponsable indiferencia mostrada por las democracias.
Explicación: La II República ha sido el conflicto de clases más importante de nuestra historia. Donde mejor se observa este conflicto social, aunque no únicamente, es en el problema agrario. Cuando los gobiernos del primer bienio reformista y más aún del más radical del Frente Popular atacaron los privilegios sociales de la clase dominante (militares, industriales, latifundistas e Iglesia), que poseían suficiente poder para defenderlos, la enfureció y contraatacó. Los desajustes entre clase gobernante y clase dominante, la incapacidad de aquella en acabar con ésta en cuanto clase dominante, explican el fracaso de la República española.
Pero el gobierno republicano, no sólo perdió el apoyo de la derecha, también perdió el de la extrema izquierda. El poderoso sindicato anarcosindicalista sintió que las reformas de Azaña estaban lejos de sus objetivos y organizaron huelgas revolucionarias para instaurar un estado anticapitalista. Al comienzo de la Guerra Civil se produjo una auténtica revolución social y política en las mismas regiones y sectores sociales que se decían adictos a la República, ocasionando impotencia y confusión en el gobierno. Más aún, la revolución fue una hidra de varias cabezas, a veces mordiéndose furiosamente entre sí, cuyas juntas y comités obraron autónomamente y antepusieron sus ambiciones revolucionarias al propósito de realizar un esfuerzo bélico centralizado”.
Si la Guerra civil española estalló a causa de enfrentamientos sociales españoles, pronto tomó un carácter internacional, ya que dicho enfrentamiento reflejaba fielmente las disputas políticas que tenían lugar en Europa en ese momento entre el fascismo y la democracia por un lado y la oposición al comunismo ateo por el otro.
Ambos bandos necesitaban apoyo exterior y la propaganda jugó un papel clave. Los Nacionalistas arguyeron representa la causa del la Cristiandad, el orden y la civilización occidental frente al Comunismo. Los Republicanos argumentaron que ellos eran el gobierno legítimamente elegido, que padecían el ataque de generales antidemocráticos y de dictaduras fascistas.
Alemania e Italia ayudaron a Franco. Gran Bretaña y Francia permanecieron neutrales y promovieron una política de no intervención e intentaron con escaso éxito evitar la ayuda exterior a los bandos beligerantes. Los Estados Unidos, influidos por el poderoso lobby Católico, también adoptaron una política de no intervención. Ello impidió que la República comprase armamento abiertamente y mermó su capacidad de resistir la amenaza Nacionalista. La República recibió ayuda principalmente de dos fuentes, la URSS y las Brigadas Internacionales.
Contexto histórico del texto: El texto que comentamos apareció tras cumplirse el sexagésimo aniversario del estallido de la Guerra Civil. En 1986 se había cumplido el 50 aniversario y tuvo más repercusión en el extranjero que en la propia España a causa del “Pacto de olvido”, acuerdo tácito colectivo que expresó el deseo general de la gran mayoría del pueblo español de asegurar una transición pacífica a la democracia.
Contexto histórico español de la guerra civil: Económicamente, el país había estado fuertemente golpeado por la Gran Depresión iniciada en 1929. En parte, esta crisis económica hizo caer la Dictadura de Primo de Rivera. En 1931 el rey abdicó tras la victoria republicana en las elecciones municipales de 1931.
La política española que siguió fue la de un país profundamente dividido entre nacionalistas de derecha y republicanos de izquierda. Los nacionalistas recibían el apoyo de conservadores, monárquicos, latifundistas, empresarios, la Iglesia y el ejército. Los republicanos estaban formados principalmente por reformistas, sindicatos de obreros y campesinos. Ambas rivalidades políticas ocuparon el poder gubernamental tras procesos electorales. En 1936, el país se hallaba tan dividido e inestable que el ejército se rebeló para echar del poder a los republicanos. Así empezó la Guerra Civil.
Contexto histórico europeo de la guerra civil: La guerra civil española ocurrió en medio de una era en que además de las dos guerra mundiales, hubo guerras civiles en muchos países de Europa en el período de entreguerrras, pues las hubo en Rusia, Finlandia, Letonia, Hungría, Yugoslavia, Grecia y en Polonia, y muchos otros países estuvieron a punto de verse sacudidos por conflictos internos. Las causas las hallamos en las profundas transformaciones económicas acaecidas a comienzos del siglo XX, acompañados también de cambios sociales y culturales. La cultura y la sociedad tradicionales fueron desafiadas por la irrupción de la modernindad como nunca lo habían sido anteriormente, produciéndose una gran conflictividad. La transformación de la vida ordinaria por la tecnología fue paralela el ascenso de una nueva ideología política y social, que, en ciertos casos, evolucionó en movimientos de masas. El liberalismo decimonónico se había convertido en un movimiento conservador y fue desafiado por el anarquismo, socialismo, comunismo y el fascismo.
Lo que singulariza la guerra civil española es por ser la única que estalló en la Europa Occidental y hacerlo en un momento en que se iniciaba un proceso democrático
Comentario
La guerra civil española fue el enfrentamiento político y militar más importante de Europa durante la década anterior a la II Gran Guerra. No sólo polarizó a los españoles, también produjo una fuerte reacción entre millones de europeos y americanos. Izquierdistas y muchos liberales la denominaron “fascismo contra democracia”, “el pueblo contra la oligarquía”, “revolución contra contrarrevolución”, incluso “el futuro contra el pasado”. Derechistas y conservadores la llamaron la pugna de “cristianismo contra ateísmo”, “civilización occidental contra comunismo”, “España contra anti-España” y “ley y orden contra subversión”. Etiquetas todas ellas antitéticas; sin embargo, no siempre se excluyen mútuamente, pues dicho conflicto fue extremadamente complicado y contradictorio, y hay más o menos verdad en esas apelaciones, aunque algunas son más acertadas que otras.
Sorprende la contraposición entre la unanimidad entusiástica con la que fue recibida la República y su triste final. El entusiasmo se explica porque el advenimiento de la República no fue sólo fue un cambio de régimen, también produjo una revolución en las expectativas de cambio social de la clase trabajadora. Existían reivindicaciones que eran producto del pasado y que ahora se acumulaban en una demanda global, pero además el propio cambio político las multiplicaba. La desaparición del entusiasmo inicial fue seguida rápidamente por un ambiente hosco y violento. Entre 1931-36, España se polarizó políticamente. Pero cuando fue proclamada la II República, nadie “salvo una pequeña minoría fanática de las extremas derecha e izquierda creía que los problemas de España podían ser resueltos únicamente con la guerra” (Paul Preston).
Al final del proceso España era el reflejo de lo acaecido en un pequeño pueblo el día de su patrono, en que uno de los bandos se empeñaba en salir armado para escoltar la procesión, mientras que el otro, también armado, pretendía evitarlo. Es decir, una parte de España se sintió amenazada por la otra y cometió el error, nunca justificable, de alzarse contra ella.
Entre las causas de la guerra civil las hay estructurales (una sociedad suficientemente modernizada para desbordar el sistema oligárquico de la Restauración, pero no lo suficiente para adoptar un sistema de democracia avanzada), de comportamiento (una sociedad en plena transformación que antes de llegar a la fase de madurez, es entrampada a mitad de su camino), de mentalidad (ideologías absolutas que ilegitiman e incluso eliminan toda oposición); las hay más inmediatas: económicas (crisis económica, alza de precios y del desempleo), político-sociales (el rechazo de unas necesarias reformas tanto por la clase dominante como por los partidos y organizaciones revolucionarias, la falta de respecto a la constitución y a las normas de la democracia, las tensiones entre Cataluña y el País Vasco y el Estado central, el desorden público, la descomposición política), ideológicas (la espinosa cuestión religiosa que enajenó la España católica del sistema republicano, la “quema de conventos” que marcó el tono de las relaciones entre la izquierda republicana y el catolicismo, la demonización del oponente).
Conclusión
La II República concluyó en un trágico episodio de discordia civil pero fue la única experiencia realmente democrática que vivió España antes de 1977. Aunque su final fue consecuencia de la falta de respeto a las normas de la democracia. Una vida democrática estable no se adquiere por ensalmo, sino que es producto de factores diversos como que el grado de tensión social no sea excesivo, nivel cultural, un aprendizaje y, sobre todo, desarrollo económico. La modernización había sido suficiente para desechar una Monarquía que se identificaba con el pasado, pero pronto se descubrió que también era insuficiente para crear una democracia plena; si la transición hacia un régimen político nuevo hubiese sido menos abrupta, si las necesarias reformas se hubiesen producido de forma más escalonada, se hubiera llevado a cabo más pausadamente pero de modo más firme.

Tema de la Guerra Civil


Esquema
  1. Causas de la guerra civil:
    1. Polarización política y radicalización:
      1. Oposición de los conservadores a la política de izquierdas
      2. Desorden público
      3. Violencia callejera
      4. Asesinato de Calvo Sotelo
    2. Conspiración militar:
      1. Fracaso del golpe militar
  2. El bando Nacionalista
    1. Apoyos
    2. Geografía golpista
  3. El bando republicano
    1. Revolución social
    2. Caos e Inestabilidad política
    3. Problemas militares
  4. Organización del bando nacionalista:
    1. Dictadura militar bajo un solo mando, el de Franco
    2. Junta de Defensa Nacional
    3. El Movimiento
    4. Anulación de las reformas republicanas
  5. Internacionalización de la Guerra Civil
    1. Lucha antifascista
    2. Política de No-Intervención del Reino Unido y Francia
    3. Apoyo a la República de la Unión Soviética y de las brigadas internacionales
    4. Apoyo de Mussolini y Hitler a los nacionalistas.
  6. Consecuencias:
    1. Demográficas
    2. Económicas:
      1. destrucción de infraestructuras
      2. Disminución de la productividad agraria
    3. Políticas:
      1. Dictadura
      2. Eliminación de partidos políticos y sindicatos
      3. Represión
Preludio
Las elecciones de Febrero de 1936 resultaron ser un plebiscito entre dos posturas bien radicales: a favor de una república enteramente de izquierdas que excluía al centro y a la derecha, o en apoyo de un régimen de derechas. Tras la victoria del Frente Popular las posturas se radicalizaron. La grave crisis económica y el encarecimiento de la vida exasperó a las masas proletarias. Además, los grupos adinerados, a causa de la política reformista del gobierno, sacaron del país vastas sumas de capital, agudizando la situación.
La victoria del FP fue tomada por los revolucionarios de izquierda como signo para iniciar su tan ansiada revolución, sucediéndose una oleada de huelgas, incendios de iglesias, periódicos de derechas y locales de estos partidos. Más aún, obreros y campesinos revolucionarios, impacientes ante la lentitud burocrática de la legalidad constitucional, crearon asambleas paralelas a las institucionales. Mientras que por el otro lado, los falangistas ponían bombas en locales sindicales o intentaban asesinar a figuras como Jiménez de Asúa y Eduardo Ortega y Gasset. La acción gubernamental mostró serias deficiencias y parálisis ante este creciente desorden público. La actividad política y el ambiente social se iban descomponiendo paulatinamente.
El asesinato de Calvo Sotelo, como represalia a otro anterior de un teniente de Asalto izquierdista, precipita al ejército a actuar bajo pretexto de que un gobierno civil había permitido que el país cayera en el desorden. Nunca en la Europa occidental democrática un dirigente de la oposición había sido asesinado por miembros de la policía estatal. Además, el Estado evidenció su debilidad al no controlar a sus agentes ni reaccionar para establecer la confianza de la población que no lo había votado. Una parte de España se sintió amenazada por la otra y cometió el error de alzarse contra ella.
El fracaso colectivo: Guerra Civil (1936-1939)
Monárquicos, católicos, tradicionalistas y falangistas conspiraron contra el Frente Popular, pero fue protagonizada primordialmente por militares. La sublevación se inició en el protectorado de Marruecos el 17 de julio, donde se hallaban las mejores tropas. La geografía de la rebelión tenía bastante semejanza con la de los resultados electorales de febrero de 1936, prueba de la influencia del ambiente político de cada zona sobre la definición ante la insurrección. El golpe había tenido éxito en las zonas católicas que habían votado a la CEDA. Sin embargo, en los bastiones izquierdistas de la España industrial y de los grandes latifundios del Sur la sublevación fue derrotada por la acción espontánea de las organizaciones obreras, cuyas milicias compensaron con su entusiasmo la profesionalidad del ejército rebelde, desbaratando el pronunciamiento imaginado por Mola, que preveía que duraría sólo unos cuantos días. Si sólo se hubiera enfrentado al gobierno sus previsiones habrían resultado acertadas.
Las ventajas iniciales, tampoco abrumadoras, del estado republicano se perdieron porque además de de hacer frente a la sublevación militar, debía enfrentarse a un auténtica revolución social y política surgida en las mismas regiones y sectores sociales que se decían adictos. Se produjeron colectivizaciones rurales agrarias y urbanas obreras. La revolución política y social ocasionaron impotencia y confusión en el gobierno de la República. Más aún, la revolución fue una hidra de varias cabezas: anorcosindicalista, sindicalista, dos comunistas y tres socialistas, a veces mordiéndose furiosamente entre sí y cuyas juntas y comités actuaron autónomamente. El gobierno quedó en manos del republicanismo burgués que gozaba de legitimidad internacional y las milicias populares controlaron la calle.
La Guerra Civil fue una contienda entre la revolucionaria izquierda y la contrarrevolucionaria derecha, con los poderes del totalitarismo fascista ayudando a la derecha y el poder totalitario soviético ayudando a la izquierda. El Comitern ayudó a reclutar soldados por todo el mundo, sobre todo en Europa, que vinieron a luchar contra el fascismo: las brigadas internacionales. Pero Stalin no actuó por idealismo, su política fue motivada por la búsqueda de un pacto con Francia en contra de Alemania, y su ayuda fue bien e inmediatamente pagada con las reservas de oro. Los principales países democráticos, como Gran Bretaña y Francia, podrían haber apoyado a la República, pero sus sectores más conservadores, temerosos de la experiencia revolucionaria, presionaron para la creación de un Comité de No-Intervención que dañó seriamente a la República. El conservador Winston Churchill, principal fautor de la alianza antigermana, afirmó que si hubiese sido un ciudadano español habría apoyado a Franco.
Odio y miedo, dos impulsos ciegos, atizan la furia del terror blanco y el terror rojo. Fue un enfrentamiento inusitádamente cruel, como si el objetivo no hubiese sido sólo vencer, sino erradicar la oposición por completo, extirparla física, además de políticamente, como si de representante de un principios metafísico o religioso se tratara, la fuerza de un absoluto Mal. La guerra tuvo un carácter religioso. El odio al catolicismo estaba motivado por el convencimiento que la Iglesia era el baluarte cultural y espiritual del orden tradicional, más aún que los miembros de la clase política conservadora y los grupos económicos, y que clero, iglesias y conventos no eran sino representaciones símbolicas y tangibles de ese orden. Llama la atención la represión en la zona republicana de los frailes y religiosos. La mayor persecución de la cristiandad, sólo comparable a la Revolución Francesa o el Imperio romano.
En el bando de los nacionales, Junta de Defensa Nacional, una junta militar interina formada por Mola, concede a Franco, de manera provisional, el mando único militar (generalísimo) y el lideradgo político (IX,1936). Un mes más tarde asumía los poderes de Jefe de Estado, sin límite alguno de autoridad o de tiempo. Durante los siguientes meses inició una campaña de propaganda cuyo objetivo fue elaborar el mito del “Caudillo”, el supremo líder nacional, un equivalente a “Führer” o “Duce”. Instauró un estado campamental administrado por la Junta Técnica de Estado, nombrado directamente por él, entre cuyos componentes había militares y civiles de derecha. Se derogaron las reformas sociales y políticas llevadas a cabo por la II República.
En abril de 1937 formó de manera bastante arbitraria su nuevo partido estatal: Falange Española Tradicionalista de las JONS, uniendo así las dos principales fuerzas paramilitares de voluntarios: la de los requetés (carlistas ultracatólicos y tradicionalistas), con la del partido fascista creado por el joven y carismático José Antonio Primo de Rivera, ejecutado por los republicanos en noviembre de 1936 y convertido en mártir por los nacionales. Fue un partido único vacío de contenido y de escasa influencia. Pero Franco consiguió una unidad considerable que contribuyó de manera importante a su victoria.
En el bando de la República, las acontecimientos marcharon bien diferentemente. El Estado burgués se colapsó a causa de la existencia del poder paralelo de los órganos revolucionarios. Las masivas colectivizaciones de la agricultura y la industria acaecidas en el otoño de 1936 no contribuyeron a crear una maquinaria bélica. Hubo también luchas internas entre el gobierno central y los autonómicos, entre el socialismo prietista y el caballerista, entre el comunismo ortodoxo, que durante la guerra había alcanzado una influencia muy grande, y el POUM. Se creó un Estado convencional con un control centralizado de la economía y de las instituciones para llevar a cabo un esfuerzo bélico eficaz. Se termina con la revolución y se desmantelan las colectividades. Las abigarradas columnas anarquistas se incorporan al ejército regular, pero no se consigue la victoria. Resultado: el activo más importante del pueblo español: el espíritu revolucionario fue aplastado y el honesto POUM eliminado brutalmente por la NKVD; su líder Andreu Nin, asesinado.
La Guerra Civil tiene cuatro fases:
  1. La guerra de columnas (julio a noviembre de 1936). Mola es detenido en el Sistema Central en su marcha hacia Madrid.
  2. La batalla en en torno a Madrid (noviembre de 1936 a marzo de 1937). El Ejército de Marruecos al mando de Franco logra con la ayuda de Hitler y Mussolini atravesar el estrecho para avanzar hacia Madrid. Las fuerzas regulares se muestran superiores frente a las milicias, pero el Ejército Popular impide con la ayuda soviética la caída de Madrid.
  3. La campaña del Norte (abril a octubre de 1937), que resuelve la guerra. La República pierde una cuarta parte de sus efectivos y la mitad de su potencial industrial.
  4. Frente del Este (Octubre de 1937 - 1 de abril de 1939). El armamento de los Nacionales es ahora superior. La batalla del Ebro es la más sangrienta, larga y empañada batalla de la guerra civil española, también la más innecesaria y absurda. Tras su derrota, el ejército republicano, desmoralizado e inferior, no fue ya capaz de ofrecer resistencia al adversario. Tras el colapso de Cataluña, centenares de miles de personas cruzan la frontera. Buena parte de ellas ya no volverían a hacerlo en sentido inverso. Franco consigue que Madrid se rinda incondicionalmente.
Consecuencias:
Se estima que murieron 600.000 personas, incluyendo combates, bombardeos y ejecuciones. En el bando republicano, decenas de miles murieron de hambre y varios centenares de miles huyeron de España.
Los años de postguerra trajeron una difícil convivencia entre los supervivientes de ambas zonas, acrecentada por la represión franquista y su política de división entre vencedores y vencidos. Aún no terminada la guerra se promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas con la caul fueron juzgadas por tribunales militares varios cientos de miles de personas durante los primeros años posteriores a la contienda. Se decretaron unas 51.000 penas de muerte, aunque casi la mitad fueron reducidas por Franco. Se ejecutaron 28.000, en algunos casos a protagonistas del “Terror Rojo”, en otros a meros disidentes políticos.
En 1939 la producción agrícola había descendido un 21 % y en industria un 31 % respecto a niveles prebélicos. La renta per cápita descendió un 28 %. Muchos obreros volvieron al campo, de manera que la población empleada en él superó temporalmente el 50 %, pero se produjeron menos alimentos. Se perdió un tercio de la marina mercante y un 40 % del tráfico rodado. El Estado se endeudó con Italia y Alemania. Las condiciones de pago por parte de Italia fueron generosas, pero a Alemania hubo que pagarle con bienes exportables (concesiones mineras). El gobierno de la república pagó con el oro del Banco de España (cuarta reserva mundial) a la URSS su ayuda militar.
La implantación de una dictadura con apoyo de las potencias fascistas, acarreará el aislamiento de España, circunstancia que agravó los problemas económicos y sociales. El nivel de vida descendió alarmantemente y hubo que esperar a 1951 para recuperar el nivel anterior a la guerra civil.
En el mundo de la cultura hubo un exilio masivo de intelectuales. En determinadas áreas como la poesía, la ciencia y el pensamiento quienes emigraron representaban una porción trascendental de la cultura española. Algunos de ellos encontraron imposible identificarse con el extremismo de uno u otro bando y se exiliaron voluntariamente para formar parte de la “Tercera España”: Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Pérez de Ayala, Salvador de Madariaga...



jueves, 3 de abril de 2014

Unidad 9. La organización y dirección de la empresa

Área de personal o de recursos humanos.
Su función abarca todos los aspectos relacionados con las personas que trabajan en la empresa (planificación de personal, empleo y formación, contratación, relaciones laborales,  seguridad y administración de personal), gestionando de la forma más conveniente los recursos humanos disponibles en la entidad, evitando los posibles conflictos laborales, favoreciendo la motivación, etc.

EL Organigrama
Es la representación gráfica de la estructura organizativa de la empresa. El organigrama permite conocer de una forma sintética las características principales de la estructura de la organización empresarial. Para que el organigrama sea útil debe ser flexible, ajustado a la realidad, claro, preciso y comprensible.

Departamentación

Es la agrupació de puestos de trabajo homogéneos en unidades organizativas (departamentos, divisiones, ...) con el fin de coordinar, supervisar y controlar las actividades y funciones para conseguir los objetivos marcados.

Calidad total

La Gestión de la Calidad Total (Total Quality Management) es un concepto que se ha convertido en un modelo de gestión empresarial cuyo objetivo es alcanzar la calidad en todas las áreas de actividad de la empresa. Basa el éxito a largo plazo en la satisfacción de los clientes, así como en la utilidad para los miembros de la empresa y la sociedad en general. La filosofía de este modelo de gestión se basa en los siguientes elementos:
  • Colocar en el centro de la gestión empresarial al cliente.
  • Motivación de los empleados por la calidad.
  • Métodos de dirección basados en la participación, en la motivación y en el liderazgo.
  • Mejora continua de los procesos productivos.

Motivación
Conjunto de impulsos o necesidades internas que desencadenan en los trabajadores una determinada conducta dirigida al logro de unos objetivos. Las empresas utilizan determinadas técnicas de incentivos en su gestión de recursos humanos con la finalidad de aumentar la motivación de los trabajadores y, en consecuencia, mejorar su rendimiento o productividad. Algunos de los incentivos que utilizan las empresas son: recompensas monetarias, expectativas de futuro, reconocimiento en el trabajo, participación/colaboración en la toma de decisiones, ...

Liderazgo
Es la capacidad que poseen determinados trabajadores en las organizaciones para influir en el comportamiento voluntario de otros trabajadores o miembros de la organización. El trabajador que posee esta capacidad se denomina líder y es respetado, admirado y seguido voluntariamente por el resto de miembros de la organización.

El manifiesto del Frente Popular

Clasificación:
Se trata de un texto circunstancial: el Manifiesto del Frente Popular con su programa político de cara a las elecciones de febrero de 1936, del cual se ha seleccionado un fragmento. Es una fuente primaria de contenido político. Su autoría es colectiva: la coalición de  partidos republicanos de izquierdas con partidos y sindicatos obreros. Su destinatario: los potenciales electores.
Contexto histórico:
En octubre de 1934 entraron en el Gobierno tres ministros de la CEDA. La reacción de una parte de la izquierda fue romper la legalidad mediante dos movimientos:
  • La revuelta catalana: el presidente de la Generalitat Companys proclamó el Estat Catalá.  Fue rápidamente reprimida por el ejército y el Estatuto fue suspendido.
  • La revolución de Asturias: la izquierda obrera (encabezada por el PSOE) planteó una huelga general revolucionaria en toda España. Solo consiguió hacerse con el poder en Asturias, donde se mantuvo durante dos semanas.
La represión del Gobierno fue muy dura, trayendo tropas del ejército africano. Hubo miles de detenidos y el clima político y social se enrareció mucho.                                                             
En 1935, el escándalo de corrupción del “estraperlo” afectó seriamente al Partido Radical. La CEDA de Gil Robles pidió entonces el poder al presidente de la República. Pero Alcalá Zamora se lo negó, e impuso gobernantes de transición, sin apoyo parlamentario, que tuvieron que convocar elecciones anticipadas.    
Llama la atención el gran número de partidos y organizaciones que componen el Frente Popular. Tiene dos explicaciones: una interna y otra relacionada con la situación internacional. La interna tiene relación con la legislación electoral vigente durante la II República, que no atribuía los escaños de manera proporcional, sino por listas, de manera que se premiaba a la lista más votada, de manera que una diferencia mínima en votos podía traducirse en un sustancial número de escaños; por ello se creaban grandes coaliciones que incluían en su seno a las tendencias más extremistas, incluso contradictorias en lo esencial. En relación a la situación internacional, la Internacional Comunista planteó la necesidad de llegar a alianzas con socialistas y partidos burgueses de izquierda para contrarrestrar el avance del fascismo a principios de los años treinta. En España se creó  también por influencia del Frente  Popular surgido en Francia.
Análisis:         
Este documento presenta dos partes bien diferenciadas. En la primera hallamos la relación de fuerzas políticas que forman parte de la coalición que acude a las elecciones generales. En la segunda se recogen algunos de los propósitos de gobierno, así en el punto I: Una amplia amnistía a las víctimas de la represión; el punto VII es el que mejor muestra la moderación del programa, pues define la República como un régimen liberal democrático que rechaza el control obrero, aunque se compromete a mejorar su condición sin perjuicio del bien general; y el punto VIII hace referencia a una enseñanza en manos del Estado, de calidad y tolerante, alejada de dogmatismos religiosos y de interesesclasistas, principios claramente influenciados por la ILE.    
                                          
Comentario:
Partidos que los forman: Las izquierdas, tras el fracaso de 1934, habían iniciado un proceso de colaboración, cuyos fautores fueron Manuel Azaña e Indalecio Prieto. Pactaron un programa común para presentarse a las próximas elecciones. Esta alianza electoral ha pasado a la historia con el nombre de Frente Popular, que, compuesto por unas 12 formaciones, entre sus componentes destacan:
  • Republicanos de izquierda, cuyo hombre más representativo era Azaña.
  • Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Era el partido obrero de mayor importancia política. Contaba con un fuerte sindicato, la Unión General de Trabajadores (UGT). Se hallaba dividido en tres sectores representados por Julián Besteiro, Prieto y Largo Caballero. Besteiro, el más moderado, era partidario de no participar en el poder sino de influir en una legislación de carácter social reformista. Indalecio Prieto, que era partidario de entrar en el poder y colaborar con los republicanos de izquierda. Largo Caballero era quien poseía más seguidores; su postura se fue radicalizando y  tuvo una gran responsabilidad en el estallido de la guerra civil.
  • PCE. Los comunistas, muy dóciles a la estrategia diseñada en Moscú, no podían ocupar una posición central en la política antes de la guerra civil, pues sólo habían obtenido un diputado en las elecciones de 1933. En Cataluña existía el PSUC, una unión de socialistas y comunistas, y el POUM, comunistas desligados de las cosignas estalinistas.
En Cataluña se formó la coalición Front d'Esquerres de Catalunya, a la cual apoyaba el Frente Popular allí, y en la cual se integraron los nacionalistas republicanos catalanes como ERC. Muchos anarquistas, aunque tradicionalmente no votaban, veían con entusiamo una posible vuelta al poder de la izquierda parlamentaria y acudieron a las urnas.
Programa: El programa incluía, en primer lugar, la amnistía para los delitos "políticos y sociales" (el excarcelamiento de todos los detenidos por la “Revolución de Octubre”), la continuidad de la legislación reformista del primer bienio y la reanudación de los procesos de autonomía de las "regiones".
Resultados electorales: En las elecciones de febrero de 1936, el Frente Popular triunfó por un escaso margen de votos (34,2 por 100) ante el bloque derechista (33,2 por 100). Las candidaturas de centro se hundieron. La situación parlamentaria no tradujo este virtual empate sino que daba una cómoda mayoría al Frente Popular. Azaña formó un Gobierno compuesto solo por republicanos de izquierda. Los partidos de base obrera del Frente Popular se limitaban a un apoyo parlamentario. Sin embargo, durante el gobierno del Frente se produjo una polarización política y social.
Primeras actuaciones políticas: Retomaron la política reformista anterior, pero a un ritmo más acelerado. Las bases populares forzaron una política de hechos consumados, posteriormente legalizada: la amnistía de presos políticos o la ocupación de fincas en Andalucía y Extremadura para continuar la reforma agraria. Se repuso la Generalitat de Cataluña, con su presidente Companys.                                            
Militares políticamente sospechosos fueron alejados de los centros del poder: Franco (Canarias), Goded (Baleares) y Mola (Pamplona). Medida ineficaz, porque la conspiración -en marcha desde marzo- fue dirigida por el propio general Mola.                                                  
La designación de Azaña como presidente de la República tras la destitución de Alcalá Zamora, fue un grave error, pues era uno de los escasos gobernantes que podían haber evitado el fatal desenlace. Le correspondió la jefatura del Gobierno a Casares Quiroga, persona manifiestamente por debajo de las circunstancias a las que debió hacer frente. Presidió un Gobierno débil, incapaz de frenar una situación de antagonismo creciente. Lo peor de la ejecutoria del Gobierno no fue lo que hizo sino lo que no supo evitar.
El desorden público existente jugaría un papel importante en el estallido de la guerra civil. Hubo unos 350 muertos y numerosos incendios. Las masas del Frente Popular incendiaron iglesias, periódicos de derechas y locales de estos partidos. Los anarquistas siguieron luchando por implantar su utopía libertaria mediante la “acción directa”.
Respecto a  la derecha, el fracaso de la CEDA favoreció opciones partidarias de derribar la República por la fuerza militar. Falange Española se implicó en una espiral de atentados y fue ilegalizada por el Gobierno. El clima de violencia culminó el 12 de julio con los asesinatos del teniente de asalto Castillo (socialista) y, en represalia, del diputado monárquico Calvo Sotelo. Por supuesto, esta violencia descrita no justifica en absoluto la sublevación militar del 17 de julio, que produjo un número de víctimas infinitamente superior.
Conclusión
Si el Frente Popular fue un instrumento ideal para obtener la victoria en las elecciones, se mostró mucho menos apropiado para el ejercicio del poder. Si se le puede elogiar por haber tenido la voluntad de llevar a cabo reformas globales muy por encima de experiencias habidas en otros países de Europa y hacerlo en un contexto difícil a causa de la profunda crisis económica y del auge del totalitarismo, debe ser censurado por haber permitido que sus tendencias extremistas se impusieron a las moderadas, que se rechazase unas reglas comunes de convivencia, que se faltase el respeto a las normas de la democracia, contribuyendo al fracaso colectivo que siempre es una guerra civil.