martes, 17 de diciembre de 2013

Conceptos de la Función Productiva



Tema 6: La Función Productiva. Conceptos P. A. U.
37. Área de producción
Aquella que se ocupa de transformar materias primas en productos terminados, incrementando su utilidad su utilidad para el consumidor. También incluye el aprovisionamiento de las materias primas necesarias para la producción.
Se trata de un área tecnológica que aporta criterios de gestión y racionalización del gasto para mejorar la rentabilidad económica y financiera. Sus objetivos principales son: reducción de costes de almacenaje, de producción y el incremento de la productividad.
38. Eficiencia
Capacidad de lograr los objetivos propuestos empleando el mínimo de recursos, medidos en cantidad de factores productivos (eficiencia técnica) o bien en coste (eficiencia económica).
39. Productividad de un factor
Es el cociente entre la producción obtenida en un periodo de tiempo (output) y la cantidad de factor productivo utilizada (input).
40. Productividad global
Productividad global = Valor de la producción / Coste de los factores. Es decir, relación o cociente entre el valor de la producción obtenida por la empresa y el coste de los factores o recursos utilizados. Tanto la producción como los factores se valoran en unidades monetarias.
41. Costes fijos
Costes que son independientes del volumen de producción. Estos costes permanecen constantes en un periodo de tiempo determinado ya que se derivan de factores que a corto plazo son fijos en la empresa (seguros, alquileres, gastos de investigación, ... ).
42. Costes variables
Costes que varían al variar el volumen de producción. Son tanto mayores cuanto mayor es la cantidad de producción. Ejemplos: materias primas, mano de obra directa, envases y embalajes, energía, ....
43. Costes directos
Son aquellos que por mantener una relación directa con el producto, pueden ser imputados al mismo de forma directa, al ser fácilmente mesurable el número de unidades aplicadas. Así, la materia prima, envase, embalaje, mano de obra directa puede imputarse con facilidad a cada producto, pero ya es más difícil imputar a cada producto los gastos de electricidad, agua, personal de oficina, etc.

44. Costes indirectos
Costes comunes a varios productos, secciones u objetivos, resultando difícil asignar una parte de los mismos a cada producto, sección u objetivo. Se trata de costes que afectan al proceso productivo de varios productos, por lo que resulta difícil asignarlos a cada producto sin usar algún criterio de asignación. Sirven como ejemplo los costes de administración o los costes de alquiler y mantenimiento de las instalaciones.
45. Punto Muerto o Umbral de Rentabilidad
El punto muerto o umbral de rentabilidad representa la cantidad de producción para la que se igualan los ingresos totales y los costes totales. Representa el volumen de producción a partir del cual la empresa empieza a obtener beneficios.
46. Área de aprovisionamiento
Aquella que se ocupa de las actividades de seleccionar, adquirir y almacenar los materiales y mercancías necesarios en el proceso productivo y del almacenamiento de los materiales y productos fabricados por la empresa.
47. Costes de inventario
Son aquellos derivados de la gestión del inventario o stock. Distinguimos tres tipos de costes:
        I.  Costes de almacenamiento: alquiler o amortización de almacén, seguros, mermas, roturas, personal de almacén, …
     II.  Costes de emisión de pedido o de renovación de stock: costes administrativos y comerciales, de transporte y distribución.
   III.  Costes de ruptura de stock: provocados por la interrupción del proceso productivo o por la falta de suministro a los clientes.
48. Just in Time
Es un sistema de organización de la producción de origen japonés que tiene como objetivo básico reducir las existencias en inventario. Este método, también conocido como método Toyota, permite aumentar la productividad al destinar la cantidad mínima de recursos al mantenimiento de los inventarios y al reducir el coste por pérdidas en almacenes. El sistema JIT solamente produce lo necesario (sobre pedidos reales) lo que requiere una perfecta sincronización entre proveedor y cliente.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Desamortización eclesiástica



Exposición de motivos del Decreto desamortizador de Mendizábal

Clasificación:
Se trata del preámbulo del decreto real promulgado el 19 de febrero de 1836 por el que se declararon en venta todos los bienes de las “Comunidades y corporaciones religiosas extinguidas”. Va dirigido a la reina gobernadora (María Cristina) y se publica en la Gaceta de Madrid, el boletín del Estado en aquella época, por lo que se puede afirmar que tiene un carácter público de ámbito nacional. Su autor es Juan Álvarez Méndez, más conocido por Mendizábal, cuando ocupaba la presidencia del gobierno.
Circunstancias históricas:
La figura de Mendizábal apareció en la escena política española en un momento en que la Monarquía española se hallaba en guerra con el Carlismo y acosada por los problemas financieros. Como Mendizábal venía rodeado de una aureola de prestigio y de una fama de personaje relacionado con los altos círculos financieros internacionales, parecía el político providencial capaz de resolver con éxito todos los problemas que España tenía planteados.  Su gestión se centró en tres puntos: la guerra carlista,  la desamortización de los bienes eclesiásticos y recuperar el crédito del gobierno
Análisis
Es un texto en que Mendizábal explicita sus objetivos: reducir la deuda pública del Estado, incrementar la riqueza y prosperidad de la nación y crear una copiosa familia de propietarios leales al trono de Isabel II y al sistema liberal.
Comentario: Desamortización de Mendizábal (carácter, principios, desarrollo y consecuencia).
Principios. La desamortización eclesiástica de Mendizábal no fue más que un jalón muy importante de un proceso más amplio que se inició durante el reinado de Carlos III, habiendo habido desamortizaciones bajo Carlos IV, José Bonaparte I y el Trienio Liberal, concluyendo en la ley Madoz de 1855, última desamortización que se alargaría hasta finales del siglo XIX.
Carácter. El término desamortización no supone solamente el acto jurídico mediante el cual los bienes que han estado amortizados adquieren la condición de bienes libres para sus propios poseedores, como ocurría en caso de los mayorazgos, sino que implica también que sus poseedores pierden la propiedad que pasa al Estado (masa de bienes que han venido a ser propiedad del Estado), bajo cuyo dominio se convierten en bienes nacionales. El Estado los vende a particulares, y al adquirirlos los compradores, se convierten en bienes libres. Así pues, la desamortización es una operación compleja cuyo beneficiario principal es el Estado, que es el que expropia unos bienes para después venderlos a terceros. Las desamortizaciones se emprendieron más con el objetivo de que el Estado obtuviera  medios financieros que para llevar a cabo una verdadera reforma agraria.
Desarrollo. La desamortización de Mendizábal, sin duda alguna la más conocida, si no es novedosa, sí posee un carácter más sistemático y radical respecto a sus antecesoras. Como primera medida decretó la supresión de las órdenes religiosas en octubre de 1835; luego, se declaron en venta los bienes de dichas órdenes. La venta se hizo en pública subasta, adjudicándose a aquellos que ofrecieron un precio más alto. El pago se podía hacer en dos modalidades: en metálico y en títulos de la deuda a su valor nominal. En realidad, los títulos de la deuda se habían depreciado de tal manera que eran un auténtico papel mojado que sus tenedores no sabían cómo desprenderse. Ahora se les ofrecía la oportunidad de hacer un buen negocio. Como el Gobierno necesitaba urgentemente dinero contante y sonante se dio más facilidades a aquellos que pagaron en metálico y se exigió a los tenedores de la deuda que la quinta parte fuese abonada en metálico antes de serles otorgada escritura pública.
Consecuencias sociales. Los que compraron las tierras de la Iglesia fueron una burguesía urbana absentista y la antigua nobleza, la cual aprovecha la oportunidad de aumentar sus posesiones a costa de las tierras de la Iglesia. Ambos grupos formarán la aristocracia de la época isabelina; una aristocracia que se convertirá en defensora del régimen y enemiga de cualquier cambio político que implique reforma o alteración de lo adquirido.
La consecuencia más negativa fue que la desamortización eclesiástica no significó una reforma agraria. No se creó una nueva estructura de la propiedad agrícola más favorable para los campesinos pobres. Por ello Flórez Estrada atacó en las Cortes y en la prensa el proyecto de Mendizábal. Flórez Estrada defendió la idea de hacer de la desamortización un instrumento para cambiar la estructura de la propiedad, y entregar las tierras desamortizadas en arrendamientos enfitéuticos, es decir, a muy largo plazo y a muy bajo precio, a los mismos arrendatarios que las estaban trabajando para la Iglesia. El resultado fue que la situación del campesinado empeoró, ya que los nuevos propietarios endurecieron las condiciones de arrendamiento al subir las rentas y realizar nuevos contratos a corto plazo. Todo lo cual hizo que el número de arrendatarios disminuyese y aumentase el de jornaleros asalariados, iniciándose el proceso de proletarización del campesinado y convirtiendo el campo, especialmente el andaluz, en un caldo de cultivo para la revuelta social.
Consecuencias económicas. Teóricamente la desamortización debía suponer un aumento de la capacidad productiva y el tránsito de una agricultura autárquica a otra de mercado; sin embargo, los estudios más recientes ponen de manifiesto que no fue así, debido a  que los nuevos propietarios prefirieron invertir todo su capital en la compra de nuevas tierras para aprovechar el buen negocio que les ofrecía el Gobierno, y, a corto plazo, a penas invirtieron en la mejora técnica de sus explotaciones.
Si Mendizábal esperaba desobstruir los canales de la industria, el resultado fue más bien  una desviación de capitales hacia la compra de tierras que podían haberse invertido en la industria, debido a unas condiciones de pago muy ventajosas.
Consecuencias políticas. Con la desamortización se consolidó el régimen liberal, pues los nuevos propietarios se convirtieron en los más firmes defensores de un sistema político que les había permitido hacer tan pingüe negocio. De ninguna manera deseaban una vuelta atrás. La amenaza del Carlismo y la vuelta del Antiguo Régimen reforzarían la unión entre liberales y nuevos propietarios. Aunque con la paradoja que la nueva burguesía propietaria pasó a engrosar las filas del moderantismo no las del partido progresista de Mendizábal, quien, sin pretenderlo, firmó el entierro de su partido por espacio de más de  una generación.
En lo que respecta a las relaciones entre la Iglesia y el Estado, se produjo una tensión que terminó en la ruptura.
Consecuencias culturales. Posiblemente uno de los aspectos más tristes y lamentables de la desamortización eclesiástica es el mal causado al rico patrimonio artístico y documental: valiosos edificios arquitectónicos abandonados y derruidos, innumerables obras de arte perdidas, archivos destruidos, deterioro y dispersión de fondos  bibliotecarios.

1836 La desamortización de Mendizábal

miércoles, 4 de diciembre de 2013

El político-militar


El político-militar
  1. Clasificación:
    Se trata de un fragmento de un ensayo de historia política titulado “ España, ensayo de historia contemporánea”, obra del escritor Salvador de Madariaga. Se trata por lo tanto de un texto historiográfico, fuente secundaria de naturaleza político- social que se refiere al papel de los militares y a su implicación política en la España del siglo XIX, que el autor critica.
  2. Autor:
    Salvador de Maradiaga (La Coruña, 1886 - Locarno, 1978). De ideología liberal, el primer gobierno republicano lo nombró embajador en Washington y en París. Fue ministro de Instrucción Pública y ministro de Justicia en el bienio radical-cedista de la II República. Al estallar la Guerra Civil se exilió a Inglaterra, y hasta su regreso a España en 1976 colaboró con organismos antifranquistas.
  3. Circunstancias espacio-temporales:
    Como este texto se publica en 1979, tras finalizar la dictadura franquista, ya en la democracia, y como su objetivo es revisar en sentido crítico el papel político que han tenido los militares en la historia contemporánea de España, se hace difícil no tener en mente a la figura de Franco, general golpista y principal protagonista de un largo período de la historia de España en el siglo XX. De hecho, algunos de los rasgos descritos: represión y fusilamiento de enemigos, catolicismo superficial, carencia de perfil intelectual, se ajustan perfectamente a su figura.
  4. Análisis
    1. Aclaración de nombres propios:
      • Narváez (1800-1868): Luchó con los constitucionales cuando se produjo la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luís. Participó en la guerra carlista y fue la principal figura de la llamada década moderada (1844-1854), siendo presidente del consejo de ministros en varias ocasiones. Era conocido como “El espadón de Loja” porque resolvía los problemas a golpe de espada. Poseía un carácter más dado a la acción que a la reflexión. Su método de gobernar incluía la declaración del estado de sitio, el encarcelamiento de sus enemigos y arrogarse unos poderes dictatoriales.
      • Riego (1785-1823): Militar que participó en la Guerra de la Independencia. De ideas liberales, se sublevó contra el absolutismo de Fernando VII, permitiendo el Trienio Liberal (1820 – 1823). La represión posterior le hará ejecutar.
      • O´Donnell (1809 – 1867): Militar que saltó al protagonismo político con motivo de la Vicalvarada (1854), que puso fin a la década moderada. También puso fin al bienio progresista (1854-1856). Fundó la Unión Liberal, partido de síntesis formado por la deserción de moderados y progresistas, que intentó conciliar la libertad con el orden y que llenaría la vida política española hasta 1863. Presidió el consejo de ministros en varias ocasiones, destacando el periodo 1858 – 1863. Tuvo una participación destacada en la caída de Isabel II (1868). O'Donnell consideraba las doctrinas y los dogmas políticos como trabas insalvables para la buena marcha del gobierno.
    2. Síntesis de las ideas esenciales:
      El texto traza el perfil psicológico de Narváez tomándolo como prototipo de político-militar intervencionista en el reinado de Isabel II, un reinado que algunos han llegado a denominar como “el régimen de los militares”. La intención es utilizar la psicología e incluso la sátira para denunciar “lo que ha sido la maldición de España en los tiempos modernos”.
      Según el texto, la formación intelectual del militar es exclusivamente castrense. Su doctrina, el orden mecánico; su interés en política lo suscita su gran autoestima y arrogancia, ya que solo busca “imponer su voluntad”. Considera, en su mentalidad estrecha, que los métodos del cuartel sirven para toda la sociedad, a quien pretende salvar de “los charlatanes de la política”. Sus métodos son la imposición de sus ideas por la fuerza (por ello desprecia la libertad de prensa) y la carencia de programa político. Se proclaman católicos pero su religiosidad no es sincera.
  1. Comentario
    La presencia activa de los militares en la vida política de España, aunque agudizada durante la implantación del Liberalismo, ya se daba en el siglo XVIII cuando los Capitanes Generales gozaban de amplios poderes en sus respectivas zonas. Sin embargo, el procedimiento de intervención armada denominado pronunciamiento comenzó en la primera mitad del siglo XIX y tuvo a las guerras de la Independencia (1808-1814 ) y Carlista (1833-39) como uno de los factores de la fuerte implicación de los militares en la vida civil española del siglo XIX. El general Espartero (progresista) y el mencionado en el texto Narváez (moderado) son los ejemplos de los más populares políticos intervencionistas de siglo XIX, que ocuparán la presidencia del gobierno junto con el general O´Donnell durante el reinado de Isabel II. Prim y Serrano lo serán durante el Sexenio Democrático, y Pavía y Martínez Campos inaugurarán la Restauración con sus acciones golpistas. Los pronunciamientos fueron sublevaciones protagonizadas por grupos de militares encabezados por algún jefe prestigioso. Muy frecuentes en la España del siglo XIX, los pronunciamientos pretendían provocar un cambio de gobierno mediante la fuerza y contaban con apoyo civil. Realmente los militares no actuaban como representantes de las fuerzas armadas, sino como representantes de un partido concreto, que así accedía al poder, ya que las elecciones solían estar siempre amañadas. Su funcionamiento era el siguiente: ante el descontento con un gobierno, comenzaba una conspiración en la que participaban militares y a veces personalidades de la vida civil. Llegado el día acordado, un alto cargo militar leía un manifiesto a las tropas del cuartel donde él tenía el mando. En el manifiesto denunciaba la situación, es decir, se pronunciaba políticamente al tiempo que daba su apoyo al partido en cuyo nombre lo hacía. En ocasiones contaba con la ayuda de otros militares que a su vez colaboraban desde otros cuarteles. Si no encontraba resistencia, el pronunciamiento triunfaba y el gobierno cambiaba, como por ejemplo el encabezado por Riego en 1820, o el de Vicálvaro de O´Donnell en 1854. En caso contrario, se procedía a una represión contra todos los militares implicados que acababa en el fusilamiento de los organizadores (ejemplos: el del general Torrijos en Málaga en 1831, o la ejecución de 66 militares tras el fallido golpe del cuartel de San Gil en 1866) o el exilio (como el del general Prim en Londres antes de la Gloriosa).
    Como señala el autor, la importancia y significado de los pronunciamientos militares en la historia contemporánea de España es grande y fue una de las principales peculiaridades que encontró la aplicación del liberalismo político en España durante el siglo XIX. A este fenómeno se conoce como pretorianismo español, que consiste en que las diferentes facciones políticas confían en los militares para alcanzar el poder mediante los pronunciamientos y los políticos gobernantes se apoyan sobre todo en la fuerza militar para mantenerse en el poder. El cambio político, por lo tanto, proviene casi siempre de pronunciamientos, lo que demuestra la debilidad del liberalismo español.
    Los otros factores que explican la debilidad del liberalismo español del XIX fueron: el imparcial papel de la Corona (Isabel II apoya siempre a los moderados), el corrupto sistema electoral que dejaba fuera del sistema político a amplios sectores de la población y que se basaba en el sufragio censitario (ampliado en la constitución de 1837 y reducido en la de 1845), y en el falseamiento de las elecciones (caciquismo, “pucherazo”), y la insuficiente e inoperante burguesía que no se preocupaba, en general, más que de sus intereses, ya que defendían su concepto de libertad dentro de un marco de defensa del orden y de la propiedad privada contra las fuerzas populares urbanas y campesinas, que amenazaban con romper este marco para participar también en el juego político, con lo que los militares se convertían en defensores de la estabilidad política, económica y social y purificadores, según la ideología romántica, ante la corrupción del poder civil o la amenaza popular. Los continuos pronunciamientos del periodo isabelino se trasformaron en alzamientos militares y, ya entrado el siglo XX, en golpes de Estado (Miguel Primo de Rivera en 1923 y Emilio Mola y Francisco Franco en 1936 contra la 2ª República) que determinarían importantes etapas de la Historia de España.
  2. Conclusión
    En conclusión, la intención del texto es, utilizando la ironía, explicar la importancia de los pronunciamientos en la figura del general Narváez, y la implicación del ejército en los cambios de gobierno a lo largo de la historia contemporánea española. Así, la vida política española contemporánea ha discurrido entre el fraude electoral y el mesianismo militar. El último testimonio de esto último: el golpe fallido del 23 de febrero de 1981, a pesar de estar supeditado el papel de los militares al establecido por la Constitución de 1978.
        El general Franco bajo palio.

viernes, 29 de noviembre de 2013

La Pepa


Constitución de 1812

  1. Clasificación del texto:
    1. Naturaleza: Texto jurídico. Es un constitución -marco legal con las normas que rigen el gobierno y la convivencia de los españoles- de la cual se han seleccionado una serie de artículos.
    2. Autor: Las Cortes constituyentes de Cádiz (1812); por tanto, se trata de un colectivo: los diputados de dichas Cortes.
    3. Destino: todos los españoles.
    4. Circunstancias histórico-temporales: promulgada en Cádiz el 19 de Marzo de 1812, día de la festividad de San José, por lo que popularmente fue conocida como “La Pepa”. La Constitución se aprobó en el marco de la Guerra de la Independencia (1808-1814), hallándose Fernando VII cautivo en Francia y la península ocupada por las tropas napoleónicas, a excepción de Cádiz, que, aunque sitiada por los franceses, se hallaba bien proveída por mar por los aliados ingleses.
  2. Análisis y Comentario
Contexto en el que se elabora. La Constitución fue la respuesta del pueblo español a las intenciones invasoras de Napoleón Bonaparte que, aprovechando los problemas dinásticos entre Carlos IV y Fernando VII, aspiraba a constituir en España una monarquía satélite del Imperio, como ya había hecho con Holanda, Alemania e Italia. Destronó a los Borbones coronando a su hermano José Bonaparte, que gobernaría con el estatuto de Bayona, una "Carta otorgada". Pero la respuesta patriota de los ciudadanos se tradujo en una formación de Juntas locales, que llevaron a cabo levantamientos, sitios y una guerra de guerrillas. Finalmente se unieron en una Junta central Suprema, y después en una Regencia de cinco miembros, cuyos cometidos principales fueron la dirección de la guerra y la reestructuración del Estado. La Regencia convocó reunión a Cortes en la isla de León el día 24 de septiembre de 1810. Dichas Cortes, por influencia de los liberales, fueron Cortes Constituyentes para reformar el Estado y organizadas en una Cámara única, pues se temía que el clero y la nobleza consiguieran apoderarse de una Asamblea de Próceres que obstaculizase la renovación política, social y económica. Hubo tres tendencias en el seno de las Cortes: la de quienes deseaban seguir anclados en el Antiguo Régimen, la de quienes deseaban una reforma templada a la inglesa y aquellos que, influidos por las doctrinas y ejemplo de Francia, consideraban que la reconstrucción había de ser más radical. Éste fue el criterio que finalmente se impuso.   
Principales aportaciones y novedades.El proceso reformador llevado a cabo por los liberales en las Cortes de Cádiz consiste en la sustitución de las estructuras sociales, económicas y políticas de la Monarquía del Antiguo Régimen por las de un Estado liberal fundamentado en la soberanía nacional (art. 2 y 3) y la división de poderes (arts. 15, 16 y 17). El poder del Rey se vio limitado, conservando una participación en el Poder legislativo (art. 15), así como la titularidad del Poder ejecutivo (art. 16), aunque sus actos debían ser refrendados por los Secretarios de despacho. La Constitución no incorporó una tabla de derechos y libertades, pero sí recogió algunos derechos dispersos en su articulado, como la libertad personal o el derecho de propiedad (art. 4). Se deroga el régimen señorial y se eliminan los privilegios de la nobleza y del clero, decretándose una fiscalidad común (art. 8). El ascenso de la burguesía se refleja en el art. 92. Aunque limita el poder de la Iglesia, no reconoce la libertad de culto, pues proclama a España como Estado confesional. Dicho respeto por la religión católica se verifica en el art. 366, el cual también refleja la vieja preocupación ilustrada por la educación.
  1. Valoración
    1. Crítica. Las circunstancias de la guerra crearon la coyuntura favorable para que los diputados que asistieron fueran una minoría urbana ilustrada en una España mayoritariamente rural y analfabeta, que permaneció al margen del cambio político experimentado y no está claro que recibiera un alto grado de aceptación. De hecho no hubo ninguna guerra civil por defender la Constitución de Cádiz en 1814, cuando Fernando VII la derogó a su vuelta a España. Tras el pronunciamiento de Riego en 1820, el Rey se vio obligado a jurar la Constitución, iniciándose el Trienio Liberal.
    2. Interés y alcance del texto. La Constitución de 1812 tuvo una vigencia efímera, pero no su influjo, que gravitó sobre la política nacional, directamente hasta 1868, e indirectamente, durante el resto del ciclo liberal; prueba de ello es que algunos siguen vigentes hoy en día y son pilares clave en nuestra actual constitución: la soberanía nacional, la separación de poderes y la educación pública obligatoria.Tuvo además una gran influencia fuera de España, tanto en América, en las constituciones de las viejas colonias españolas al independizarse, como en Europa, en la que durante años operó como un auténtico mito, influyendo en las ideas constitucionales portuguesas, en el surgimiento del Estado italiano e incluso en la Rusia zarista.

Liberalismo


Tema: El liberalismo (ideario y corrientes) y la oposición al mismo

El liberalismo es el tránsito del antiguo régimen hacia otra sociedad basada en los principios liberales.
El ideario político contempla derribar la monarquía absoluta e instaurar la monarquía constitucional. Defienden el dogma rousoniano de la soberanía nacional, la división de poderes de Montesquiu y un parlamento elegido por sufragio universal masculino. Se formula el concepto de Nación, depositaria de la soberanía nacional, referida al conjunto de los españoles con igualdad de derechos políticos. El Estado liberal es unitario y centralizado.
El liberalismo configurará una nueva sociedad centrada en el individuo, de quien proclamará sus derechos inalienables, entre ellos la libertad de expresión. Acabará con los privilegios de la nobleza y el clero, instaurará la igualdad legal y suprimirá los señoríos. Supondrá el paso de la sociedad estamental, basada en la función y el privilegio, hacia la sociedad de clases, basada en la plutocracia, en que la burguesía quedará encumbrada.
En economía se impone el principio liberal-burgués de propiedad privada. Quedarán abolidos los bienes vinculados y comunales. Se abogará por el liberalismo económico, la total libertad de cultivos, la supresión de la Mesta, la libertad de comercio e industria, la extinción del régimen gremial, la libertad de contratación de trabajadores (las relaciones entre señor y vasallo se convierten en contratos de particular a particular) y una fiscalidad común.
La reformas religiosas del liberalismo español son ambiguas. Establecen que “la religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera” (art. 12 de la Constitución de Cádiz), contradiciendo la tolerancia ilustrada, pero plegándose a la realidad del país. Intentan disminuir y secularizar las órdenes religiosas como primer paso a la desamortización eclesiástica llevada a cabo por los liberales progresistas en 1836, que erosionará el poder económica de la Iglesia. Se suprime el Tribunal de la Inquisición. La política religiosa de los liberales originará una fuerte propaganda antiliberal por parte de la Iglesia, contestada por el anticlericalismo.
Corrientes: En las Cortes de Cádiz (1812) hallamos dos grupos de renovadores; por una parte los ilustrados reformistas (jovellanistas), que deseaban reformar España de acuerdo con la tradición; y por otra los innovadores (liberales), que pretendían adoptar un Nuevo Régimen. Los liberales, aunque eran una minoría, impusieron el proceso reformador gracias a su mayor capacidad intelectual, habilidad e iniciativa. Su extracción social y cultural corresponde a una minoría urbana ilustrada en una España mayoritariamente rural e iletrada.
En el Trienio Liberal (1820-1823) los liberales se escinden en moderados (doceañistas), que eran partidarios de un proceso reformista en colaboración con el Rey, y radicales o exaltados (veinteañistas), que quieren eliminar el absolutismo y llevar la revolución hacia sus últimas consecuencias.
Oposición al Liberalismo: Fernando VII restauró el Absolutismo iniciando El sexenio absolutista (1814-1820). Se deroga la legislación liberal, se lleva a cabo una represión antiliberal y de afrancesados. Estos últimos eran personas que durante la guerra de Independencia colaboraron con el poder francés; eran ilustrados reformadores, respetuosos de la ley y el orden. Muchos de ellos defendieron una nueva vía para resolver los problemas de España.
Esta etapa se caracteriza por las conspiraciones liberales apoyadas por militares (liberales y guerrilleros descontentos) y burgueses. De los varios pronunciamientos (golpes militares contra el poder para introducir reformas políticas), triunfó el pronunciamiento de Riego (1/I/1820) que dará paso al Trienio Liberal, que acabará con la intervención de las potencias europeas de la Santa Alianza (7/IV/1823), iniciándose el segundo período absolutista: La Década ominosa (1823-1833) en la que Fernando VII recuperó plenos poderes, pero sin retornar plenamente al Antiguo Régimen sino entroncando con el despotismo ilustrado de Carlos III. La reacción antiliberal fue menos fuerte que en la primera época, y ello provocó, en el marco de los problemas sucesorios, la división entre los "realistas puros", descontentos de la moderación del régimen y que apoyaron al hermano del Rey, Don Carlos María Isidro, y aquellos que respaldaron a Fernando VII y su apertura moderada.
  El problema sucesorio: proclamación de la Pragmática Sanción (plasmada en las Partidas) que concedía los derechos de la corona a Isabel, único vástago de Fernando, anulando la Ley Sálica borbónica, que daba preeminencia al parentesco masculino, hará que María Cristina, esposa de Fernando VII, se alíe con los liberales para defender los derechos de su hija, instituyéndose un Consejo de Gobierno que habría de asesorarla y que se encargaría de realizar la transición liberal. No se restablecería la Constitución de 1812, pero sí abriría el paso a una nueva constitución, el Estatuto Real de 1834, en que la soberanía es compartida entre las Cortes y el Rey.

Se inició la primera Guerra civil (1833-1840) entre Carlistas (absolutistas) e Isabelinos (liberales).
El carlismo era el símbolo de la oposición a la revolución liberal. Defendían las ideas tradicionales de la Monarquía por derecho divino, la Religión y las formas de vida tradicionales. Su lema era la alianza del “altar y el trono” frente a “igualdad, libertad y fraternidad”. Defendían el sistema foral (gobiernos autonómicos, exenciones fiscales, justicia según las leyes tradicionales y jueces propios, exención del servicio militar) frente a la centralización liberal.
Su apoyo social se hallaba en las zonas rurales. Aunque entre sus defensores también hallamos artesanos proletarizados tras la abolición gremial, pequeña nobleza y al clero. Aunque las insurrecciones carlistas se generalizaron por todo el país, sólo llegaron a cuajar plenamente en el País Vasco, en Navarra, en Cataluña y en la zona del Maestrazgo.
Los liberales obtuvieron la victoria. Isabel reinaría con el apoyo de los liberales mientras éstos llevarían a cabo sus ideas liberales en la legitimidad.
El proceso de institucionalización liberal estuvo marcado por la división política: los liberales moderados, que querían conciliar tradición y revolución. Su base doctrinal era el doctrinarinarismo, basado en la soberanía de los capaces, que justificaba el sufragio censitario. Defendían la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona y la confesionalidad católica del Estado. Eran partidarios de limitar la libertad individual y estaban en contra de la libertad de opinión y de asociación. Promulgaron la constitución de 1845, dirigida a consolidar a una burguesía moderada que buscaba el justo medio entre el radicalismo revolucionario y el conservadurismo del Antiguo Régimen. En esta constitucion se realza la posición de la Corona con el fin de que fuera un instrumento regio moderador, pero en realidad, y como los propios hechos se encargarían de demostrar, vino a favorecer situaciones políticas partidistas, siendo ésta una de las principales causas de las sucesivas crisis de gobierno y, al final, de la degeneración misma del sistema.
Los liberales progresistas, herederos de los exaltados, defendían la soberanía nacional y el predominio de las Cortes sobre la Corona, a la que sólo conceden un papel moderador. Apoyaban la Milicia Nacional, como fuerza garantizadora de sus aspiraciones políticas y la elegibilidad de los Ayuntamientos y Diputaciones frente a la designación directa de los moderados. La constitución de 1837 es la que refleja la ideología progresista e incorpora, por vez primera en nuestra historia constitucional, una declaración sistemática y homogénea de derechos, ente los cuales figuran la libertad personal, la inviolabilidad del domicilio, la libertad de expresión, las garantías penales y procesales y, por supuesto, las garantías del derecho de propiedad.
Su táctica política era recurrir al pueblo soberano cuando no era posible utilizar los medios legales para alcanzar el poder.
Liberales radicales: los demócratas. Su presencia empieza a destacarse a partir del bienio progresista (1854), cuando se hizo evidente que la diferencia entre moderados y progresistas era más de forma que de fondo. Sus principios fundamentales eran: estricta soberanía nacional, profundización en los derechos del hombre y sufragio universal.
Limitaciones: un sistema político elitista muy poco representativo formado por terratenientes, que aportan su poder económico, y de militares, necesarios para conquistar y sostener el poder. Una Monarquía inclinada sin disimulo a apoyar a los moderados. Unas elecciones manipuladas por el ministro de la Gobernación y por el caciquismo. La falta de un turno pacífico desembocaba en continuos pronunciamientos militares y revueltas populares. El descontento hacia el régimen de Isabel II, sobre todo en los dos últimos gobiernos de Narváez y González Bravo, derivó en un ambiente insurreccional que desencadenó el destronamiento de Isabel II y la desaparición del régimen encarnado en su persona.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Esquema de Comentario de Texto Histórico

El análisis y comentario de textos históricos
Esquema
  1. Clasificación
    1. Naturaleza del texto
      • Texto jurídico: carácter legal (leyes, decretos, constituciones, tratados...)
      • Texto histórico-literario: cuando una persona refleja un proceso histórico o trata de expresar un pensamiento (memorias, autobiografías, cartas, artículos de prensa...)
      • Texto circunstancial: cuando el autor se encuentra en un hecho, circunstancia o proceso histórico (proclamas, declaraciones, acuerdos desprovistos de carácter legal, artículos de prensa, informes...)
      • Texto historiográfico: cuando se trata de la obra de un historiador posterior a los hechos.
      • Textos documentales (censos, catastros, documentos contables)
      • Textos de carácter económico: compraventas, donaciones, testamentos, préstamos...
    2. Circunstancias espacio-temporales:
      • Cuándo y dónde fue escrito
      • Situación y circunstancias históricas en que el texto fue elaborado
    3. Autor o autores o inspiradores del mismo.
    4. Destino.
      • A quién se dirige el texto: a una persona determinada, a un grupo concreto o a una colectividad.
      • Carácter público o privado, si es personal u oficial, ámbito nacional o internacional.
  2. Análisis del texto: Explicación
    1. Primer nivel:Definición y comprensión de los términos, conceptos y datos contenidos en el texto.
      • Definir y precisar nombre propios, términos técnicos, nombres institucionales...
      • Aclarar las alusiones históricas fundamentales del texto.
    2. Segundo nivel: Esquema y contenido ideológico del texto: ideas esenciales.
      • Clasificación y comprensión de las ideas esenciales, diferenciándolas de las secundarias.
      • Relaciones históricas de causa-efecto que ayuden a comprender el proceso histórico contenido en el texto.
    3. Tercer nivel: Conclusión sintetizadora y valorativa
      • Reagrupamiento de los rasgos esenciales
      • Explicación e interpretación del contenido
  3. Comentario
    1. Situar y relacionar el texto con su marco o contexto histórico, para la comprensión del proceso histórico.
    2. Comentar y exponer el tema o proceso histórico.
  4. Crítica
    1. Crítica del texto:
      • Autenticidad y exactitud
      • Sinceridad y objetividad
      • Posibles errores
      • Cotejo o comparación con otros textos
    2. Interés y alcance del texto:
      • Aportación al conocimiento del proceso histórico
      • Alcance y consecuencias significativas en el proceso histórico
    ** Malos usos a evitar:
  1. Parafrasear el texto, es decir, repetir más o menos los mismo que dice el texto con otras palabras.
  2. Aplicar, simplemente, una parte de los conocimientos que se poseen y que estén relacionados más o menos con el texto.
  3. Sustituir el análisis por un discurso literario, casi ajeno al texto.
  4. Juicios estéticos o de valor muy subjetivos y personales
  5. Plantear el análisis con tono polémico y estilo agresivo, con juicios y planteamientos radicales, apartándose de la objetividad y rigor históricos.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Tema 5: La información contable en la empresa



Conceptos P.A.U. Tema 5: La información contable en la empresa

32. Patrimonio
Está formado por el conjunto de bienes y derechos (de cobro) que la empresa posee y por el conjunto de obligaciones (de pago) a las que ha de hacer frente.

33. Cuentas Anuales
Son los documentos contables básicos donde se recoge la información contable de un ejercicio económico. Las cuentas anuales de las PYME's comprenden: el Balance, la Cuenta de Pérdidas y Ganancias, el Estado de cambios en el Patrimonio Neto y la Memoria. Además, podrán incorporar un Estado de flujos de Flujos de Efectivo. Estos documentos forman una unidad y tienen como objetivo fundamental mostrar la imagen fiel del patrimonio, de la situación financiera y de los resultados de la empresa.

34. Fondo de Maniobra
Es el conjunto de recursos que la empresa necesita para financiarse durante el periodo que hay entre el momento en que se paga a los proveedores y el momento en que se cobra de los clientes.
Analíticamente, el Fondo de Maniobra es la diferencia entre el activo corriente y el pasivo corriente: FM = AC  - PC, también FM  = (PN + PnC) – AnC. Tiene, por tanto, un doble sentido:
a)   Es el activo corriente necesario para sostener el ritmo de la actividad de la empresa.
b)   Es la cantidad de recursos permanentes (patrimonio y pasivo no corriente) que la empresa debe destinar para alcanzar la estabilidad de funcionamiento en su actividad.

35. Rentabilidad
Es la relación por cociente entre los beneficios obtenidos y los fondos invertidos para obtenerlos. Existen dos indicadores de rentabilidad:
a)  Rentabilidad económica (ROA). Se relacionan los beneficios antes de intereses e impuestos (BAII) con el activo. Se interpreta como el beneficio que obtiene la empresa por cada 100 u.m. invertidas en el activo. Su cálculo:
           
b)   Rentabilidad financiera (ROE). Es la relación entre el beneficio neto, con los intereses e impuestos ya descontados,  y los recursos propios  de la empresa. Se interpreta como el beneficio que obtiene la empresa por cada 100 u.m. de capital propio aportado.
 36. Beneficio
Es la diferencia entre ingresos y gastos obtenidos durante un período de tiempo concreto. Distinguimos:
a)  Beneficio antes de intereses e impuestos (BAII). Es el resultado de explotación, derivado de la actividad principal para la cual le empresa se creó.
b)   Beneficio antes de impuestos (BAI). Resultado de explotación + Resultado financiero.
c)   Beneficio neto (BDII). Es el resultado del ejercicio, descontado ya el impuesto sobre beneficios.