Exposición de motivos del Decreto desamortizador de
Mendizábal
Clasificación:
Se trata del preámbulo del decreto real promulgado el 19 de febrero de 1836 por el que se
declararon en venta todos los bienes de
las “Comunidades y corporaciones religiosas extinguidas”. Va dirigido a la reina gobernadora (María Cristina) y se
publica en la Gaceta de Madrid, el boletín del Estado en aquella época, por lo que se
puede afirmar que tiene un carácter público de ámbito nacional. Su autor es
Juan Álvarez Méndez, más conocido por Mendizábal, cuando ocupaba la presidencia
del gobierno.
Circunstancias
históricas:
La figura de
Mendizábal apareció en la escena política española en un momento en que la Monarquía
española se hallaba en guerra con el Carlismo y acosada por los problemas
financieros. Como Mendizábal venía rodeado de una aureola de prestigio y de una
fama de personaje relacionado con los altos círculos financieros internacionales,
parecía el político providencial capaz de resolver con éxito todos los
problemas que España tenía planteados. Su gestión se centró en tres puntos: la
guerra carlista, la desamortización de
los bienes eclesiásticos y recuperar el crédito del gobierno
Análisis
Es un texto en que Mendizábal explicita sus objetivos:
reducir la deuda pública del Estado, incrementar la riqueza y prosperidad de la
nación y crear una copiosa familia de
propietarios leales al trono de Isabel II y al sistema liberal.
Comentario:
Desamortización de Mendizábal (carácter, principios, desarrollo y consecuencia).
Principios.
La desamortización eclesiástica de Mendizábal no fue más que un jalón muy
importante de un proceso más amplio que se inició durante el reinado de Carlos
III, habiendo habido desamortizaciones bajo Carlos IV, José Bonaparte I y el
Trienio Liberal, concluyendo en la ley Madoz de 1855, última desamortización
que se alargaría hasta finales del siglo XIX.
Carácter.
El término desamortización no supone solamente el acto jurídico
mediante el cual los bienes que han estado amortizados adquieren la condición
de bienes libres para sus propios poseedores, como ocurría en caso de los
mayorazgos, sino que implica también que sus poseedores pierden la propiedad
que pasa al Estado (masa de bienes que han venido a ser propiedad del Estado),
bajo cuyo dominio se convierten en bienes nacionales. El Estado los vende a
particulares, y al adquirirlos los compradores, se convierten en bienes libres.
Así pues, la desamortización es una operación compleja cuyo beneficiario
principal es el Estado, que es el que expropia unos bienes para después
venderlos a terceros. Las desamortizaciones se emprendieron más con el objetivo
de que el Estado obtuviera medios
financieros que para llevar a cabo una verdadera reforma agraria.
Desarrollo.
La desamortización de Mendizábal, sin duda alguna la más conocida, si no es
novedosa, sí posee un carácter más sistemático y radical respecto a sus
antecesoras. Como primera medida decretó la supresión de las órdenes religiosas
en octubre de 1835; luego, se declaron
en venta los bienes de dichas órdenes. La venta se hizo en pública subasta,
adjudicándose a aquellos que ofrecieron un precio más alto. El pago se podía
hacer en dos modalidades: en metálico y en títulos de la deuda a su valor
nominal. En realidad, los títulos de la deuda se habían depreciado de tal
manera que eran un auténtico papel mojado que sus tenedores no sabían cómo
desprenderse. Ahora se les ofrecía la oportunidad de hacer un buen negocio. Como el Gobierno necesitaba urgentemente dinero
contante y sonante se dio más facilidades a aquellos que pagaron en metálico y
se exigió a los tenedores de la deuda que la quinta parte fuese abonada en metálico
antes de serles otorgada escritura pública.
Consecuencias
sociales. Los que compraron las tierras de la Iglesia fueron una
burguesía urbana absentista y la antigua nobleza, la cual aprovecha la
oportunidad de aumentar sus posesiones a costa de las tierras de la Iglesia.
Ambos grupos formarán la aristocracia de la época isabelina; una aristocracia
que se convertirá en defensora del régimen y enemiga de cualquier cambio
político que implique reforma o alteración de lo adquirido.
La consecuencia
más negativa fue que la desamortización eclesiástica no significó una reforma
agraria. No se creó una nueva estructura de la propiedad agrícola más favorable
para los campesinos pobres. Por ello Flórez Estrada atacó en las Cortes
y en la prensa el proyecto de Mendizábal. Flórez Estrada defendió la
idea de hacer de la desamortización un instrumento para cambiar la estructura
de la propiedad, y entregar las tierras desamortizadas en arrendamientos
enfitéuticos, es decir, a muy largo plazo y a muy bajo precio, a los mismos
arrendatarios que las estaban trabajando para la Iglesia. El resultado fue que
la situación del campesinado empeoró, ya que los nuevos propietarios
endurecieron las condiciones de arrendamiento al subir las rentas y realizar
nuevos contratos a corto plazo. Todo lo cual hizo que el número de
arrendatarios disminuyese y aumentase el de jornaleros asalariados, iniciándose
el proceso de proletarización del campesinado y convirtiendo el campo,
especialmente el andaluz, en un caldo de cultivo para la revuelta social.
Consecuencias
económicas. Teóricamente la desamortización debía suponer un aumento de
la capacidad productiva y el tránsito de una agricultura autárquica a otra de
mercado; sin embargo, los estudios más recientes ponen de manifiesto que no fue
así, debido a que los nuevos
propietarios prefirieron invertir todo su capital en la compra de nuevas
tierras para aprovechar el buen negocio que les ofrecía el Gobierno, y, a corto
plazo, a penas invirtieron en la mejora técnica de sus explotaciones.
Si
Mendizábal esperaba desobstruir los canales de la industria, el resultado
fue más bien una desviación de capitales
hacia la compra de tierras que podían haberse invertido en la industria, debido
a unas condiciones de pago muy ventajosas.
Consecuencias
políticas. Con la desamortización se consolidó el régimen liberal, pues
los nuevos propietarios se convirtieron en los más firmes defensores de un
sistema político que les había permitido hacer tan pingüe negocio. De ninguna
manera deseaban una vuelta atrás. La amenaza del Carlismo y la vuelta del
Antiguo Régimen reforzarían la unión entre liberales y nuevos propietarios.
Aunque con la paradoja que la nueva burguesía propietaria pasó a engrosar las
filas del moderantismo no las del partido progresista de Mendizábal, quien, sin
pretenderlo, firmó el entierro de su partido por espacio de más de una generación.
En lo que respecta a las relaciones entre la Iglesia y el Estado, se produjo una
tensión que terminó en la ruptura.
Consecuencias
culturales. Posiblemente uno de los aspectos más tristes y lamentables
de la desamortización eclesiástica es el mal causado al rico patrimonio
artístico y documental: valiosos edificios arquitectónicos abandonados y
derruidos, innumerables obras de arte perdidas, archivos destruidos, deterioro
y dispersión de fondos bibliotecarios.
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