viernes, 7 de marzo de 2014

El desastre de Cuba



Clasificación
Se trata de una selección de artículos del Tratado Internacional que pone fin a la guerra hispano-estadounidense de 1898, firmado en París el 10 de diciembre de 1898. Es pues un texto jurídico de naturaleza política. Su autoría es colectiva: las delegaciones plenipotenciarias de los gobiernos español y estadounidense. Va destinado a la opinión pública internacional, aunque en especial a la española, norteamericana y las colonias sobre cuya soberanía se trata.
Contexto histórico
En el ámbito de las relaciones internacionales nos hallamos en pleno imperialismo, en concreto con el expansionismo americano que consideraba Cuba y Puerto Rico dentro de su espacio de influencia, si bien este tratado hay que inscribirlo en un ámbito más amplio: el del reparto colonial entre las grandes potencias, pues también se produjo la venta de los archipiélagos menores del Pacífico: Carolinas, Palaos y Marianas a la cancillería alemana de Bismark.
En España, estos acontecimientos tienen lugar durante la Restauración, bajo la regencia de María Cristina de Habsburgo, ocupando la presidencia Sagasta.
Análisis
España cede cualquier soberanía sobre Cuba, Puerto Rico, Guam y las Filipinas a los Estados Unidos, que obtienen el derecho de garantizar el orden y la defensa en esas islas (arts. 1, 2 y 3) y se comprometen al pago de 20.000.000 millones de dólares a España (art. 3). En el art. 6 pactan el intercambio de prisioneros.
Comentario: La insurrección cubana, sus factores y consecuencias de la pérdida de las colonias.
A) La insurrección y sus causas
Los criollos soportaban cada vez de peor gana el dominio de los peninsulares, ya que se veían excluidos de los cargos públicos y se sentían discriminados por la política económica de la metrópoli, que imponía fuertes barreras arancelarias al comercio de otros países, y especialmente al de los Estados Unidos, a los que consideraban como su mercado natural. En 1968 al grito de Yara lanzado por un culto propietario cubano, Carlos Manuel Céspedes, comenzó la Guerra de los Diez Años, uno de los intentos más serios realizados por los cubanos para emanciparse, aprovechando el desconcierto causado por la revolución en España. Pero la debilidad militar de los insurgentes y el escaso apoyo popular impidieron imponerse al ejército español. La Paz de Zanjón (1878) puso fin a la contienda.  Entre 1878 y 1895, al amparo de la Paz de Zanjón, Cuba gozó de las suficientes libertades como para permitir la pervivencia de la situación colonial: libertad de expresión, elecciones de ayuntamientos y diputaciones provinciales y constitución de partidos políticos. Entre los partidos que surgieron destacan: el partido Autonomista, partidario de lograr la autonomía por la vía pacífica, el partido Revolucionario Cubano, de José Martí, partidario de la emancipación y el Partido Unión Constitucional, portavoz de los intereses de los comerciantes y burócratas peninsulares. Pero le faltó imaginación al gobierno y sobraron los intereses egoístas de hacendados y comerciantes peninsulares para encontrar una definitiva solución.
El grito de Baire de 1895 inició la II Guerra de Independencia en Cuba. La crisis azucarera que siguió al derrumbe de los precios internacionales del azúcar en 1884 y el descontento que se generalizó en la isla permitieron ampliar la base social del movimiento emancipador, al contrario de lo ocurrido en la Guerra de los Diez Años. José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo se constituyeron en los líderes de la revolución, que avanzó y se afianzó a pesar de los esfuerzos del gobernador general Martínez Campos, quien no pudo repetir la pacificación de 1878. El gobierno de Cánovas se propuso someterla a cualquier precio y a finales de 1996 aumentó los efectivos a 200.000 hombres, ahora bajo el mando del general Weyler, quien, a pesar de la fuerte represión empleada y la táctica de tierra arrasada no pudo invertir la situación.
Los intereses norteamericanos, de una importancia creciente, habían ido consolidando su posición en la economía cubana. Las insurrecciones independentistas eran vistas como factores de desestabilización que podían poner en peligro sus inversiones, razón por la cual los estadounidenses eran partidarios de eliminar cualquier brote de conflictividad.
Mientras tanto, la vuelta de los liberales al gobierno español, permitió establecer un gobierno autonomista en La Habana, en enero de 1898. Pero ya era demasiado tarde, pues el gobierno de Washington había decidido ya su política expansionista y entró en el conflicto apoyando a los insurrectos. La destrucción del "Maine", el buque enviado para defender a los ciudadanos americanos, por causas aún hoy en día no esclarecidas, permitió a los Estados Unidos declarar la guerra a España y, por tanto, estar presente en la Paz de París, mientras los independentistas cubanos fueron excluidos de la Conferencia.
Los gobernantes y militares españoles, plenamente conscientes de la inferioridad española, habían tratado de evitar la guerra, pero su esfuerzo fue infructuoso. El ultimátum lanzado por Washington era humillante, pero la  salvaguarda del propio régimen aconsejaba sacrificar la escuadra y el prestigio del ejército.
Las posiciones políticas se agruparon en dos bandos: el belicista y el pacifista. En el primero se encuentran los partidos dinásticos, los carlistas y la mayoría de los republicanos. En el segundo, los federales, los socialistas, los anarquistas y los nacionalistas.
La prensa, los aparatos culturales y la Iglesia fueron los principales instrumentos al servicio de la legitimación ideológica de la guerra. Se habló de causa santa, nueva cruzada, se crearon falsas expectativas y mitos sobre la superioridad cultural y militar española sobre los yankees, todo al servicio de la exaltación patriotera.
B) Consecuencias
Tras el desastre, devino la frustración colonial y una crisis interna política, social, moral e intelectual.
Política. El desastre colonial apenas alteró  la política de la Restauración, debido a  la rápida superación de la crisis económica, al alivio popular ante el final de la guerra y a la ausencia de una verdadera alternativa política.
Económica. La pérdida de las colonias incluso fue beneficiosa a medio plazo. La posesión de Cuba sólo había sido negocio para unos pocos a costa de cuantiosos gastos para el Estado. La repatriación de capitales permitió la recuperación económica de España al comenzar el siglo XX. La estructura económica del país quedó de pronto transformada y más desarrollada que antes, aunque la concentración industrial resultante hundió a la pequeña empresa y favorecerá los movimientos sociales. 
Ejército. La guerra colonial había multiplicado los males que el Ejército español padecía. De las más de 62.000 bajas sufridas en Cuba sólo algo más de 2.000 lo fueron en combate, el resto fueron causadas por enfermedades. La mitad de soldados carecía de asistencia sanitaria y sólo uno de cada cuatro podía usar carabina. La peor de las deficiencias era el número desmesurado de oficiales. Se buscó un nuevo campo de acción para el ejército en Marruecos, y se produjo un mayor intervencionismo del mismo en la vida política.
Moral. Si la crisis política pudo ser superada, al menos de momento, el sistema de valores que sustentaba a la Restauración sufrió un importante quebranto. El regeneracionismo es la revisión crítica del sistema político y de la ideología dominante de la Restauración canovista. La crítica más dura nació de intelectuales disconformes tanto del Estado como de la propia sociedad española, debida al retraso patente de uno y otra respecto del mundo occidental. Cuando Joaquín Costa, uno de los intelectuales más destacados de entonces, aseguró que “España era un estado social propio de una tribu de eunucos sojuzgada por una cuadrilla de salteadores”, a pesar de lo desmesurado de la expresión, no carecía de fundamento y, sobre todo, era un instrumento para movilizar a la población contra una situación inaceptable. Costa apuntó a la enseñanza y la producción económica como requisitos imprescindibles para la modernización.


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