Clasificación
Se trata de una
selección de artículos del Tratado Internacional que pone fin a la guerra
hispano-estadounidense de 1898, firmado en París el 10 de diciembre de 1898. Es
pues un texto jurídico de naturaleza política. Su autoría es colectiva: las
delegaciones plenipotenciarias de los gobiernos español y estadounidense. Va
destinado a la opinión pública internacional, aunque en especial a la española,
norteamericana y las colonias sobre cuya soberanía se trata.
Contexto
histórico
En el ámbito de
las relaciones internacionales nos hallamos en pleno imperialismo, en concreto
con el expansionismo americano que consideraba Cuba y Puerto Rico dentro de su
espacio de influencia, si bien este tratado hay que inscribirlo en un ámbito
más amplio: el del reparto colonial entre las grandes potencias, pues también
se produjo la venta de los archipiélagos menores del Pacífico: Carolinas,
Palaos y Marianas a la cancillería alemana de Bismark.
En España, estos
acontecimientos tienen lugar durante la Restauración, bajo la regencia de María
Cristina de Habsburgo, ocupando la presidencia Sagasta.
Análisis
España cede
cualquier soberanía sobre Cuba, Puerto Rico, Guam y las Filipinas a los Estados
Unidos, que obtienen el derecho de garantizar el orden y la defensa en esas
islas (arts. 1, 2 y 3) y se comprometen al pago de 20.000.000 millones de
dólares a España (art. 3). En el art. 6 pactan el intercambio de prisioneros.
Comentario:
La insurrección cubana, sus factores y consecuencias de la pérdida de las
colonias.
A) La insurrección y
sus causas
Los criollos soportaban
cada vez de peor gana el dominio de los peninsulares, ya que se veían excluidos
de los cargos públicos y se sentían discriminados por la política económica de
la metrópoli, que imponía fuertes barreras arancelarias al comercio de otros
países, y especialmente al de los Estados Unidos, a los que consideraban como
su mercado natural. En 1968 al grito de Yara lanzado por un culto propietario
cubano, Carlos Manuel Céspedes, comenzó la Guerra de los Diez Años, uno de los
intentos más serios realizados por los cubanos para emanciparse, aprovechando
el desconcierto causado por la revolución en España. Pero la debilidad militar
de los insurgentes y el escaso apoyo popular impidieron imponerse al ejército
español. La Paz de Zanjón (1878) puso fin a la contienda. Entre 1878 y 1895, al amparo de la Paz de
Zanjón, Cuba gozó de las suficientes libertades como para permitir la
pervivencia de la situación colonial: libertad de expresión, elecciones de
ayuntamientos y diputaciones provinciales y constitución de partidos políticos.
Entre los partidos que surgieron destacan: el partido Autonomista, partidario
de lograr la autonomía por la vía pacífica, el partido Revolucionario Cubano,
de José Martí, partidario de la emancipación y el Partido Unión Constitucional,
portavoz de los intereses de los comerciantes y burócratas peninsulares. Pero
le faltó imaginación al gobierno y sobraron los intereses egoístas de
hacendados y comerciantes peninsulares para encontrar una definitiva solución.
El grito de Baire de
1895 inició la II Guerra de Independencia en Cuba. La crisis azucarera que
siguió al derrumbe de los precios internacionales del azúcar en 1884 y el
descontento que se generalizó en la isla permitieron ampliar la base social del
movimiento emancipador, al contrario de lo ocurrido en la Guerra de los Diez
Años. José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo se constituyeron en los líderes
de la revolución, que avanzó y se afianzó a pesar de los esfuerzos del
gobernador general Martínez Campos, quien no pudo repetir la pacificación de
1878. El gobierno de Cánovas se propuso someterla a cualquier precio y a
finales de 1996 aumentó los efectivos a 200.000 hombres, ahora bajo el mando
del general Weyler, quien, a pesar de la fuerte represión empleada y la táctica
de tierra arrasada no pudo invertir la situación.
Los intereses
norteamericanos, de una importancia creciente, habían ido consolidando su
posición en la economía cubana. Las insurrecciones independentistas eran vistas
como factores de desestabilización que podían poner en peligro sus inversiones,
razón por la cual los estadounidenses eran partidarios de eliminar cualquier
brote de conflictividad.
Mientras tanto, la
vuelta de los liberales al gobierno español, permitió establecer un gobierno
autonomista en La Habana, en enero de 1898. Pero ya era demasiado tarde, pues
el gobierno de Washington había decidido ya su política expansionista y entró
en el conflicto apoyando a los insurrectos. La destrucción del
"Maine", el buque enviado para defender a los ciudadanos americanos,
por causas aún hoy en día no esclarecidas, permitió a los Estados Unidos
declarar la guerra a España y, por
tanto, estar presente en la Paz de París, mientras los independentistas cubanos
fueron excluidos de la Conferencia.
Los gobernantes y
militares españoles, plenamente conscientes de la inferioridad española, habían
tratado de evitar la guerra, pero su esfuerzo fue infructuoso. El ultimátum
lanzado por Washington era humillante, pero la
salvaguarda del propio régimen aconsejaba sacrificar la escuadra y el
prestigio del ejército.
Las posiciones
políticas se agruparon en dos bandos: el belicista y el pacifista. En el
primero se encuentran los partidos dinásticos, los carlistas y la mayoría de
los republicanos. En el segundo, los federales, los socialistas, los
anarquistas y los nacionalistas.
La prensa, los aparatos
culturales y la Iglesia fueron los principales instrumentos al servicio de la
legitimación ideológica de la guerra. Se habló de causa santa, nueva cruzada,
se crearon falsas expectativas y mitos sobre la superioridad cultural y militar
española sobre los yankees, todo al servicio de la exaltación
patriotera.
B) Consecuencias
Tras el desastre,
devino la frustración colonial y una crisis interna política, social, moral e
intelectual.
Política. El desastre colonial apenas alteró la política de la Restauración, debido a la rápida superación de la crisis económica, al
alivio popular ante el final de la guerra y a la ausencia de una verdadera
alternativa política.
Económica.
La pérdida de las colonias incluso fue beneficiosa a medio plazo. La posesión de Cuba sólo había sido negocio para unos pocos a costa de cuantiosos gastos para el Estado. La repatriación de capitales permitió la recuperación económica de España al comenzar el siglo XX. La estructura económica del país quedó de
pronto transformada y más desarrollada que antes, aunque la concentración
industrial resultante hundió a la pequeña empresa y favorecerá los movimientos
sociales.
Ejército.
La guerra colonial había multiplicado los males que el Ejército español
padecía. De las más de 62.000 bajas sufridas en Cuba sólo algo más de
2.000 lo
fueron en combate, el resto fueron causadas por enfermedades. La mitad
de
soldados carecía de asistencia sanitaria y sólo uno de cada cuatro podía
usar
carabina. La peor de las deficiencias era el número desmesurado de
oficiales. Se buscó un nuevo campo de acción para el ejército en
Marruecos, y se produjo un mayor intervencionismo del mismo en la vida
política.
Moral.
Si la crisis política pudo ser superada, al menos de momento, el sistema de
valores que sustentaba a la Restauración sufrió un importante quebranto. El regeneracionismo es la revisión crítica del sistema
político y de la ideología dominante de la Restauración canovista. La crítica
más dura nació de intelectuales disconformes tanto del Estado como de la propia
sociedad española, debida al retraso patente de uno y otra respecto del mundo
occidental. Cuando Joaquín Costa, uno de los intelectuales más destacados de
entonces, aseguró que “España era un estado social propio de una tribu de
eunucos sojuzgada por una cuadrilla de salteadores”, a pesar de lo
desmesurado de la expresión, no carecía de fundamento y, sobre todo, era un
instrumento para movilizar a la población contra una situación inaceptable.
Costa apuntó a la enseñanza y la producción económica como requisitos
imprescindibles para la modernización.
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