martes, 17 de diciembre de 2013

Conceptos de la Función Productiva



Tema 6: La Función Productiva. Conceptos P. A. U.
37. Área de producción
Aquella que se ocupa de transformar materias primas en productos terminados, incrementando su utilidad su utilidad para el consumidor. También incluye el aprovisionamiento de las materias primas necesarias para la producción.
Se trata de un área tecnológica que aporta criterios de gestión y racionalización del gasto para mejorar la rentabilidad económica y financiera. Sus objetivos principales son: reducción de costes de almacenaje, de producción y el incremento de la productividad.
38. Eficiencia
Capacidad de lograr los objetivos propuestos empleando el mínimo de recursos, medidos en cantidad de factores productivos (eficiencia técnica) o bien en coste (eficiencia económica).
39. Productividad de un factor
Es el cociente entre la producción obtenida en un periodo de tiempo (output) y la cantidad de factor productivo utilizada (input).
40. Productividad global
Productividad global = Valor de la producción / Coste de los factores. Es decir, relación o cociente entre el valor de la producción obtenida por la empresa y el coste de los factores o recursos utilizados. Tanto la producción como los factores se valoran en unidades monetarias.
41. Costes fijos
Costes que son independientes del volumen de producción. Estos costes permanecen constantes en un periodo de tiempo determinado ya que se derivan de factores que a corto plazo son fijos en la empresa (seguros, alquileres, gastos de investigación, ... ).
42. Costes variables
Costes que varían al variar el volumen de producción. Son tanto mayores cuanto mayor es la cantidad de producción. Ejemplos: materias primas, mano de obra directa, envases y embalajes, energía, ....
43. Costes directos
Son aquellos que por mantener una relación directa con el producto, pueden ser imputados al mismo de forma directa, al ser fácilmente mesurable el número de unidades aplicadas. Así, la materia prima, envase, embalaje, mano de obra directa puede imputarse con facilidad a cada producto, pero ya es más difícil imputar a cada producto los gastos de electricidad, agua, personal de oficina, etc.

44. Costes indirectos
Costes comunes a varios productos, secciones u objetivos, resultando difícil asignar una parte de los mismos a cada producto, sección u objetivo. Se trata de costes que afectan al proceso productivo de varios productos, por lo que resulta difícil asignarlos a cada producto sin usar algún criterio de asignación. Sirven como ejemplo los costes de administración o los costes de alquiler y mantenimiento de las instalaciones.
45. Punto Muerto o Umbral de Rentabilidad
El punto muerto o umbral de rentabilidad representa la cantidad de producción para la que se igualan los ingresos totales y los costes totales. Representa el volumen de producción a partir del cual la empresa empieza a obtener beneficios.
46. Área de aprovisionamiento
Aquella que se ocupa de las actividades de seleccionar, adquirir y almacenar los materiales y mercancías necesarios en el proceso productivo y del almacenamiento de los materiales y productos fabricados por la empresa.
47. Costes de inventario
Son aquellos derivados de la gestión del inventario o stock. Distinguimos tres tipos de costes:
        I.  Costes de almacenamiento: alquiler o amortización de almacén, seguros, mermas, roturas, personal de almacén, …
     II.  Costes de emisión de pedido o de renovación de stock: costes administrativos y comerciales, de transporte y distribución.
   III.  Costes de ruptura de stock: provocados por la interrupción del proceso productivo o por la falta de suministro a los clientes.
48. Just in Time
Es un sistema de organización de la producción de origen japonés que tiene como objetivo básico reducir las existencias en inventario. Este método, también conocido como método Toyota, permite aumentar la productividad al destinar la cantidad mínima de recursos al mantenimiento de los inventarios y al reducir el coste por pérdidas en almacenes. El sistema JIT solamente produce lo necesario (sobre pedidos reales) lo que requiere una perfecta sincronización entre proveedor y cliente.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Desamortización eclesiástica



Exposición de motivos del Decreto desamortizador de Mendizábal

Clasificación:
Se trata del preámbulo del decreto real promulgado el 19 de febrero de 1836 por el que se declararon en venta todos los bienes de las “Comunidades y corporaciones religiosas extinguidas”. Va dirigido a la reina gobernadora (María Cristina) y se publica en la Gaceta de Madrid, el boletín del Estado en aquella época, por lo que se puede afirmar que tiene un carácter público de ámbito nacional. Su autor es Juan Álvarez Méndez, más conocido por Mendizábal, cuando ocupaba la presidencia del gobierno.
Circunstancias históricas:
La figura de Mendizábal apareció en la escena política española en un momento en que la Monarquía española se hallaba en guerra con el Carlismo y acosada por los problemas financieros. Como Mendizábal venía rodeado de una aureola de prestigio y de una fama de personaje relacionado con los altos círculos financieros internacionales, parecía el político providencial capaz de resolver con éxito todos los problemas que España tenía planteados.  Su gestión se centró en tres puntos: la guerra carlista,  la desamortización de los bienes eclesiásticos y recuperar el crédito del gobierno
Análisis
Es un texto en que Mendizábal explicita sus objetivos: reducir la deuda pública del Estado, incrementar la riqueza y prosperidad de la nación y crear una copiosa familia de propietarios leales al trono de Isabel II y al sistema liberal.
Comentario: Desamortización de Mendizábal (carácter, principios, desarrollo y consecuencia).
Principios. La desamortización eclesiástica de Mendizábal no fue más que un jalón muy importante de un proceso más amplio que se inició durante el reinado de Carlos III, habiendo habido desamortizaciones bajo Carlos IV, José Bonaparte I y el Trienio Liberal, concluyendo en la ley Madoz de 1855, última desamortización que se alargaría hasta finales del siglo XIX.
Carácter. El término desamortización no supone solamente el acto jurídico mediante el cual los bienes que han estado amortizados adquieren la condición de bienes libres para sus propios poseedores, como ocurría en caso de los mayorazgos, sino que implica también que sus poseedores pierden la propiedad que pasa al Estado (masa de bienes que han venido a ser propiedad del Estado), bajo cuyo dominio se convierten en bienes nacionales. El Estado los vende a particulares, y al adquirirlos los compradores, se convierten en bienes libres. Así pues, la desamortización es una operación compleja cuyo beneficiario principal es el Estado, que es el que expropia unos bienes para después venderlos a terceros. Las desamortizaciones se emprendieron más con el objetivo de que el Estado obtuviera  medios financieros que para llevar a cabo una verdadera reforma agraria.
Desarrollo. La desamortización de Mendizábal, sin duda alguna la más conocida, si no es novedosa, sí posee un carácter más sistemático y radical respecto a sus antecesoras. Como primera medida decretó la supresión de las órdenes religiosas en octubre de 1835; luego, se declaron en venta los bienes de dichas órdenes. La venta se hizo en pública subasta, adjudicándose a aquellos que ofrecieron un precio más alto. El pago se podía hacer en dos modalidades: en metálico y en títulos de la deuda a su valor nominal. En realidad, los títulos de la deuda se habían depreciado de tal manera que eran un auténtico papel mojado que sus tenedores no sabían cómo desprenderse. Ahora se les ofrecía la oportunidad de hacer un buen negocio. Como el Gobierno necesitaba urgentemente dinero contante y sonante se dio más facilidades a aquellos que pagaron en metálico y se exigió a los tenedores de la deuda que la quinta parte fuese abonada en metálico antes de serles otorgada escritura pública.
Consecuencias sociales. Los que compraron las tierras de la Iglesia fueron una burguesía urbana absentista y la antigua nobleza, la cual aprovecha la oportunidad de aumentar sus posesiones a costa de las tierras de la Iglesia. Ambos grupos formarán la aristocracia de la época isabelina; una aristocracia que se convertirá en defensora del régimen y enemiga de cualquier cambio político que implique reforma o alteración de lo adquirido.
La consecuencia más negativa fue que la desamortización eclesiástica no significó una reforma agraria. No se creó una nueva estructura de la propiedad agrícola más favorable para los campesinos pobres. Por ello Flórez Estrada atacó en las Cortes y en la prensa el proyecto de Mendizábal. Flórez Estrada defendió la idea de hacer de la desamortización un instrumento para cambiar la estructura de la propiedad, y entregar las tierras desamortizadas en arrendamientos enfitéuticos, es decir, a muy largo plazo y a muy bajo precio, a los mismos arrendatarios que las estaban trabajando para la Iglesia. El resultado fue que la situación del campesinado empeoró, ya que los nuevos propietarios endurecieron las condiciones de arrendamiento al subir las rentas y realizar nuevos contratos a corto plazo. Todo lo cual hizo que el número de arrendatarios disminuyese y aumentase el de jornaleros asalariados, iniciándose el proceso de proletarización del campesinado y convirtiendo el campo, especialmente el andaluz, en un caldo de cultivo para la revuelta social.
Consecuencias económicas. Teóricamente la desamortización debía suponer un aumento de la capacidad productiva y el tránsito de una agricultura autárquica a otra de mercado; sin embargo, los estudios más recientes ponen de manifiesto que no fue así, debido a  que los nuevos propietarios prefirieron invertir todo su capital en la compra de nuevas tierras para aprovechar el buen negocio que les ofrecía el Gobierno, y, a corto plazo, a penas invirtieron en la mejora técnica de sus explotaciones.
Si Mendizábal esperaba desobstruir los canales de la industria, el resultado fue más bien  una desviación de capitales hacia la compra de tierras que podían haberse invertido en la industria, debido a unas condiciones de pago muy ventajosas.
Consecuencias políticas. Con la desamortización se consolidó el régimen liberal, pues los nuevos propietarios se convirtieron en los más firmes defensores de un sistema político que les había permitido hacer tan pingüe negocio. De ninguna manera deseaban una vuelta atrás. La amenaza del Carlismo y la vuelta del Antiguo Régimen reforzarían la unión entre liberales y nuevos propietarios. Aunque con la paradoja que la nueva burguesía propietaria pasó a engrosar las filas del moderantismo no las del partido progresista de Mendizábal, quien, sin pretenderlo, firmó el entierro de su partido por espacio de más de  una generación.
En lo que respecta a las relaciones entre la Iglesia y el Estado, se produjo una tensión que terminó en la ruptura.
Consecuencias culturales. Posiblemente uno de los aspectos más tristes y lamentables de la desamortización eclesiástica es el mal causado al rico patrimonio artístico y documental: valiosos edificios arquitectónicos abandonados y derruidos, innumerables obras de arte perdidas, archivos destruidos, deterioro y dispersión de fondos  bibliotecarios.

1836 La desamortización de Mendizábal

miércoles, 4 de diciembre de 2013

El político-militar


El político-militar
  1. Clasificación:
    Se trata de un fragmento de un ensayo de historia política titulado “ España, ensayo de historia contemporánea”, obra del escritor Salvador de Madariaga. Se trata por lo tanto de un texto historiográfico, fuente secundaria de naturaleza político- social que se refiere al papel de los militares y a su implicación política en la España del siglo XIX, que el autor critica.
  2. Autor:
    Salvador de Maradiaga (La Coruña, 1886 - Locarno, 1978). De ideología liberal, el primer gobierno republicano lo nombró embajador en Washington y en París. Fue ministro de Instrucción Pública y ministro de Justicia en el bienio radical-cedista de la II República. Al estallar la Guerra Civil se exilió a Inglaterra, y hasta su regreso a España en 1976 colaboró con organismos antifranquistas.
  3. Circunstancias espacio-temporales:
    Como este texto se publica en 1979, tras finalizar la dictadura franquista, ya en la democracia, y como su objetivo es revisar en sentido crítico el papel político que han tenido los militares en la historia contemporánea de España, se hace difícil no tener en mente a la figura de Franco, general golpista y principal protagonista de un largo período de la historia de España en el siglo XX. De hecho, algunos de los rasgos descritos: represión y fusilamiento de enemigos, catolicismo superficial, carencia de perfil intelectual, se ajustan perfectamente a su figura.
  4. Análisis
    1. Aclaración de nombres propios:
      • Narváez (1800-1868): Luchó con los constitucionales cuando se produjo la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luís. Participó en la guerra carlista y fue la principal figura de la llamada década moderada (1844-1854), siendo presidente del consejo de ministros en varias ocasiones. Era conocido como “El espadón de Loja” porque resolvía los problemas a golpe de espada. Poseía un carácter más dado a la acción que a la reflexión. Su método de gobernar incluía la declaración del estado de sitio, el encarcelamiento de sus enemigos y arrogarse unos poderes dictatoriales.
      • Riego (1785-1823): Militar que participó en la Guerra de la Independencia. De ideas liberales, se sublevó contra el absolutismo de Fernando VII, permitiendo el Trienio Liberal (1820 – 1823). La represión posterior le hará ejecutar.
      • O´Donnell (1809 – 1867): Militar que saltó al protagonismo político con motivo de la Vicalvarada (1854), que puso fin a la década moderada. También puso fin al bienio progresista (1854-1856). Fundó la Unión Liberal, partido de síntesis formado por la deserción de moderados y progresistas, que intentó conciliar la libertad con el orden y que llenaría la vida política española hasta 1863. Presidió el consejo de ministros en varias ocasiones, destacando el periodo 1858 – 1863. Tuvo una participación destacada en la caída de Isabel II (1868). O'Donnell consideraba las doctrinas y los dogmas políticos como trabas insalvables para la buena marcha del gobierno.
    2. Síntesis de las ideas esenciales:
      El texto traza el perfil psicológico de Narváez tomándolo como prototipo de político-militar intervencionista en el reinado de Isabel II, un reinado que algunos han llegado a denominar como “el régimen de los militares”. La intención es utilizar la psicología e incluso la sátira para denunciar “lo que ha sido la maldición de España en los tiempos modernos”.
      Según el texto, la formación intelectual del militar es exclusivamente castrense. Su doctrina, el orden mecánico; su interés en política lo suscita su gran autoestima y arrogancia, ya que solo busca “imponer su voluntad”. Considera, en su mentalidad estrecha, que los métodos del cuartel sirven para toda la sociedad, a quien pretende salvar de “los charlatanes de la política”. Sus métodos son la imposición de sus ideas por la fuerza (por ello desprecia la libertad de prensa) y la carencia de programa político. Se proclaman católicos pero su religiosidad no es sincera.
  1. Comentario
    La presencia activa de los militares en la vida política de España, aunque agudizada durante la implantación del Liberalismo, ya se daba en el siglo XVIII cuando los Capitanes Generales gozaban de amplios poderes en sus respectivas zonas. Sin embargo, el procedimiento de intervención armada denominado pronunciamiento comenzó en la primera mitad del siglo XIX y tuvo a las guerras de la Independencia (1808-1814 ) y Carlista (1833-39) como uno de los factores de la fuerte implicación de los militares en la vida civil española del siglo XIX. El general Espartero (progresista) y el mencionado en el texto Narváez (moderado) son los ejemplos de los más populares políticos intervencionistas de siglo XIX, que ocuparán la presidencia del gobierno junto con el general O´Donnell durante el reinado de Isabel II. Prim y Serrano lo serán durante el Sexenio Democrático, y Pavía y Martínez Campos inaugurarán la Restauración con sus acciones golpistas. Los pronunciamientos fueron sublevaciones protagonizadas por grupos de militares encabezados por algún jefe prestigioso. Muy frecuentes en la España del siglo XIX, los pronunciamientos pretendían provocar un cambio de gobierno mediante la fuerza y contaban con apoyo civil. Realmente los militares no actuaban como representantes de las fuerzas armadas, sino como representantes de un partido concreto, que así accedía al poder, ya que las elecciones solían estar siempre amañadas. Su funcionamiento era el siguiente: ante el descontento con un gobierno, comenzaba una conspiración en la que participaban militares y a veces personalidades de la vida civil. Llegado el día acordado, un alto cargo militar leía un manifiesto a las tropas del cuartel donde él tenía el mando. En el manifiesto denunciaba la situación, es decir, se pronunciaba políticamente al tiempo que daba su apoyo al partido en cuyo nombre lo hacía. En ocasiones contaba con la ayuda de otros militares que a su vez colaboraban desde otros cuarteles. Si no encontraba resistencia, el pronunciamiento triunfaba y el gobierno cambiaba, como por ejemplo el encabezado por Riego en 1820, o el de Vicálvaro de O´Donnell en 1854. En caso contrario, se procedía a una represión contra todos los militares implicados que acababa en el fusilamiento de los organizadores (ejemplos: el del general Torrijos en Málaga en 1831, o la ejecución de 66 militares tras el fallido golpe del cuartel de San Gil en 1866) o el exilio (como el del general Prim en Londres antes de la Gloriosa).
    Como señala el autor, la importancia y significado de los pronunciamientos militares en la historia contemporánea de España es grande y fue una de las principales peculiaridades que encontró la aplicación del liberalismo político en España durante el siglo XIX. A este fenómeno se conoce como pretorianismo español, que consiste en que las diferentes facciones políticas confían en los militares para alcanzar el poder mediante los pronunciamientos y los políticos gobernantes se apoyan sobre todo en la fuerza militar para mantenerse en el poder. El cambio político, por lo tanto, proviene casi siempre de pronunciamientos, lo que demuestra la debilidad del liberalismo español.
    Los otros factores que explican la debilidad del liberalismo español del XIX fueron: el imparcial papel de la Corona (Isabel II apoya siempre a los moderados), el corrupto sistema electoral que dejaba fuera del sistema político a amplios sectores de la población y que se basaba en el sufragio censitario (ampliado en la constitución de 1837 y reducido en la de 1845), y en el falseamiento de las elecciones (caciquismo, “pucherazo”), y la insuficiente e inoperante burguesía que no se preocupaba, en general, más que de sus intereses, ya que defendían su concepto de libertad dentro de un marco de defensa del orden y de la propiedad privada contra las fuerzas populares urbanas y campesinas, que amenazaban con romper este marco para participar también en el juego político, con lo que los militares se convertían en defensores de la estabilidad política, económica y social y purificadores, según la ideología romántica, ante la corrupción del poder civil o la amenaza popular. Los continuos pronunciamientos del periodo isabelino se trasformaron en alzamientos militares y, ya entrado el siglo XX, en golpes de Estado (Miguel Primo de Rivera en 1923 y Emilio Mola y Francisco Franco en 1936 contra la 2ª República) que determinarían importantes etapas de la Historia de España.
  2. Conclusión
    En conclusión, la intención del texto es, utilizando la ironía, explicar la importancia de los pronunciamientos en la figura del general Narváez, y la implicación del ejército en los cambios de gobierno a lo largo de la historia contemporánea española. Así, la vida política española contemporánea ha discurrido entre el fraude electoral y el mesianismo militar. El último testimonio de esto último: el golpe fallido del 23 de febrero de 1981, a pesar de estar supeditado el papel de los militares al establecido por la Constitución de 1978.
        El general Franco bajo palio.