miércoles, 19 de febrero de 2014
Restauración
Cánovas preparará la vuelta de los Borbones con el manifiesto de
Sandhurst, modelo conciliador que perseguía la estabilidad política
al dar cabida al máximo de posiciones y apartarlo de los
pronunciamientos bajo un régimen conservador y católico, fundamentado en una soberanía compartida entre el rey y
las Cortes. El golpe de Martínez Campos permitiría la llegada de
Alfonso XII como nuevo rey.
Se hacía necesario un régimen que evitase la vinculación de la
corona a un solo partido. Para Cánovas el juego político se basa en
el equilibrio de fuerzas contrapuestas; el contrapeso para la
estabilidad y afianzamiento del régimen lo encuentra en Sagasta. La
oposición deja de ser un elemento revolucionario para pasar a ser
una fuerza constructiva y se establece el turno organizado y pacífico
de los dos partidos, el conservador que aglutina las fuerzas de la
derecha y el liberal que concentra las de la izquierda.
Quedan fuera del sistema, por la derecha los carlistas, y por la izquierda un movimiento
republicano muy débil y dividido, los socialistas y los anarquistas. Comienza el
turno pacífico de partidos. Son gobiernos de civiles sin la
intervención militar en la vida política ni su intromisión en
cuestiones de gobierno, propias del liberalismo isabelino.
Eran varios los problemas a resolver para lograr la aspirada
pacificación, desde la herencia de las dos guerras, la carlista y la
de Cuba, a la necesidad de limar las poco cordiales relaciones entre
la Iglesia y el Estado. Los conflictos con los carlistas perdieron
con un régimen católico su componente religioso y quedaron
reducidos a un problema dinástico y, finalmente, se dio por
terminada la guerra civil. La paz de Zanjón permitiría una tregua
al problema cubano.
Como instrumento de integración política se promulga la
Constitución de 1876. Las dos instituciones principales serían la
Monarquía y las Cortes, que comparten la soberanía nacional. Se
establece un sistema bicameral con un Senado compuesto por la
nobleza, iglesia, ejército y altos cargos de la administración. El
entendimiento con el Vaticano quedó plasmado en la confesionalidad
del Estado, aunque como gesto conciliador hacia los progresistas se
reconoce la
tolerancia religiosa y la libertad de enseñanza.
También existe una declaración de derechos, los cuales se
consolidarán posteriormente en el período gubernamental liberal con
la introducción del sufragio universal y la libertad de asociación.
En definitiva, se trataba de afianzar el trono y la dinastía de
Alfonso XII, restablecer un régimen constitucional y asegurar la
libertad hermanándola con el orden. En las elecciones que deberían
aprobar la nueva constitución se manifestó ya la España real con
sus dos males esenciales, el caciquismo y el fraude electoral.
En esta etapa se consolida la sociedad clasista en sustitución de la
estamental y se afianza la oligarquía y el caciquismo, un bloque de
poder compuesto por la alta burguesía y los grandes propietarios
terratenientes. El desplazamiento demográfico del campo a las
ciudades y su concentración en las regiones más industrializadas
acrecienta el problema social, ubicado especialmente en las grandes
urbes. El proletariado toma conciencia de su situación real y está
convencido de que su redención tiene que conseguirla con una
revolución “desde abajo”. Se inician en España los primeros
pasos organizados de la revuelta social, favorecidos por el
internacionalismo obrero. Socialismo y anarquismo reclutan sus
afiliados. La Restauración no supo resolver el problema social ni
con la represión violenta ni con el paternalismo. La
conflictividad aumentó desde 1880 y aumentó a medida que fue
avanzando la industrialización, siendo frecuentes los altercados de
orden público. Así se iniciaba el problema de la “cuestión
social” que no abandonaría la historia de España del siglo XX.
Nacerá en estos años otra constante perturbadora de la España del
siglo XX: el problema de los nacionalismos, causado por la crisis
política de los partidos tradicionales y del Estado centralista. Se
formaron en lugares que tenían una personalidad histórica y
cultural propia. A los sentimientos nacionalistas se unió la defensa
de los intereses económicos frente al liberalismo económico. En el País
Vasco, la abolición de sus fueros tras la guerra carlista favoreció
el radicalismo.
En el ámbito de las relaciones internacionales, la decadencia
española, que se ve reducida a pequeña potencia, culminará con el
desastre del 98 en que pierde sus últimas colonias de Cuba y
Filipinas. El impacto moral será aún más fuerte que el material.
Un grupo de intelectuales, la llamada Generación del 98 abrió la
crítica despiadada al régimen de la restauración. A esta crisis de
conciencia seguirá un movimiento de reflexión: el regeneracionismo.
La asunción de la Corona por Alfonso XIII se hace en un ambiente de
desprestigio de las Instituciones que pone de manifiesto la
existencia de dos Españas: la real y la oficial, que caminan por
caminos distintos. España entra en el siglo XX inmersa en problemas
económicos, sociales, políticos e ideológicos. A los problemas ya
existentes se suma la guerra de Marruecos. Tras la muerte de Cánovas
y Sagasta se sucede una crisis política porque los dos partidos
tradicionales se escinden en facciones personalistas que hacen que el
mecanismo del turno ya no sea válido. Los intentos de reforma “desde
arriba” fracasaron con el ostracismo de Maura y la muerte de
Canalejas.
La I Guerra Mundial, a pesar de la neutralidad de España, tuvo
repercusiones. Por una parte dará lugar a una temporal acumulación
de capitales. pero por otra produjo un encarecimiento de la vida y un
desequilibrio de salarios que exacerbó las tensiones sociales,
estallando la crisis más profunda de la monarquía, la de 1917, en
que Ejército (quejosos los militares por la pérdida de su poder
adquisitivo y la política de ascensos), parlamentarios (reclaman una
democratización de las instituciones vía Cortes Constituyentes) y
sindicatos (huelga general) coinciden en oponerse al sistema, pero la
diversidad de objetivos debilita la revuelta. Tras la sacudida revolucionaria,
los partidos tradicionales se descomponen y se ha de recurrir a
gobiernos de concentración muy débiles. A esta crisis económica,
social y política se une el desastre de Annual en el norte de
Marruecos (una inexplicable pérdida de 10.000 vidas frente a unas
fuerzas no regulares). Alfonso XIII está a punto de abdicar, pero,
siguiendo el modelo de otros países europeos, se va a intentar un
sistema autoritario: la dictadura de Primo de Rivera.
La FETRE y "La Mano Negra"
Clasificación:
Se
trata de un texto circunstancial, en concreto, de una declaración
de la Comisión Federal Española, de Marzo de 1883. Esta declaración
fue recogida por Anselmo Lorenzo (1841-1914) en su libro El
Proletariado militante. A.
Lorenzo fue un obrero tipográfico que militó activamente en el
movimiento obrero, fundador de la Federación Regional Española de
la Primera Internacional y difusor en la Península de las
concepciones libertarias.
Circunstancias
histórico-temporales:
Dicha declaración tuvo
lugar con motivo de dos crímenes cometidos en Jérez en diciembre de
1882, que el gobierno de Sagasta atribuyó a una organización
terrorista: la “Mano Negra” y sirvió de escusa para llevar a
cabo una injustificada persecución de la FTRE, pues se estableció
una absoluta sinonimia entre los sindicalistas y el
grupúsculo violento de la “Mano Negra”.
La
FTRE (Federación de Trabajadores de la Región Española) surgió de
la clandestina FRE, la cual, al liberalizarse la legislación sobre
asociaciones obreras con la llegada al poder de Sagasta en 1881, pudo
celebrar un primer Congreso en Barcelona. Del segundo Congreso de
Sevilla (1882), saldrá la Comisión que redactará la declaración
objeto de este comentario.
Análisis:
Este
fragmento se divide en dos partes muy diferenciadas; en la primera,
que ocupa los tres primeros párrafos, se explica la naturaleza y
razón de ser de la FTRE: se definen como anarquistas,
que quieren abolir
toda autoridad -Los anarquistas hacen una crítica moral y política
del poder, porque para ellos es la autoridad, el Estado, el causante
de las perturbaciones en la vida humana-; colectivistas
-defienden
la propiedad colectiva frente a la propiedad privada del liberalismo
burgués y creen que la libertad del individuo se alcanza dentro de
una comunidad solidaria-; y federados
en
agrupaciones de trabajadores agrícolas e industriales, estructuradas
de abajo arriba, libres y autónomas.
No pretenden conquistar el poder sino reducirlo a una organización
económica descentralizada que solucione las desigualdades sociales.
En la segunda, que corresponde al último párrafo, hallamos un
manifiesto de protesta que denuncia la maniobra gubernamental contra
la FTRE, que condena el terrorismo y que niega cualquier relación
con organizaciones del tipo de la “Mano Negra”.
Comentario: El movimiento obrero durante la Restauración y sus
variantes organizativas, con especial atención al anarquismo.
Antecedentes:
Tres son las corrientes que confluyen en el incipiente movimiento
obrero: el obrerismo catalán que luchaba por el reconocimiento del
derecho de asociación para la defensa de sus intereses; los
campesinos, especialmente en Andalucía, descontentos por la venta de
los bienes comunales mediante la Desamortización de Madoz en 1855; y
un grupo muy minoritario de intelectuales inclinados hacia el
socialismo utópico. Primero los obreros, posteriormente los
campesinos, fueron familiarizándose con los términos: huelga,
asociación, revolución social, proletariado.
Este movimiento, que al iniciarse la Revolución del 68 se alinea con
las posiciones ideológicas del liberalismo radical, va desarrollando
una conciencia propia cuyos dos rasgos más característicos son el
anticlericalismo y el utopismo. Se forman en toda España secciones
de la Internacional, se fundan periódicos y en 1870 se celebra en
Barcelona el primer Congreso Obrero, constitutivo de la Federación
Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores,
que adopta la línea bakunista: organización a base de agrupaciones
sindicales por oficios, federadas de forma descentralizada, la huelga
como táctica y, sobre todo, se rechaza la acción política
parlamentaria y las alianzas con los partidos burgueses.
El bakunismo español tuvo un hondo arraigo entre el proletariado
español. Entre sus causas:
- La situación socioeconómica: el escaso e irregular desarrollo económico del país, que hace de España un país sobre todo agrícola. El bakunismo resultaba atractivo al campesinado con sus ideales de formas sociales comunitarias y su desconfianza ante la autoridad central.
- La realidad político-institucional: el surgimiento de un Estado liberal, centralizado y urbano, ajeno a la realidad diversificada y agraria del país; contra él se levantan el carlismo y el anarquismo. A ello deben sumarse la decepción popular ante la práctica política de los pronunciamientos, cambios de régimen en nombre de principios y promesas nunca respetados, caciquismo y corrupción, que influyeron en el éxito de posturas antipolíticas.
- La psicología social: el proceso de secularización que sufre la sociedad española a mediados del siglo XIX. Una nueva fe, en la cultura y la ciencia, sustituye a la religiosa. Los principios ético-sociales que antes había guardado la Iglesia (la igualdad humana esencial, la solidaridad de los humildes) pasa a ser patrimonio de los apóstoles anarquistas.
En 1871, como efecto de la general condena europea de los
acontecimientos de la Comuna de París, los internacionalistas
sufrieron la represión, que continuó en los primeros años de la
Restauración. Se persiguió a los internacionalistas de la AIT, se
cerraron sus lugares de reunión y se prohibieron sus órganos de
expresión. Se impone la clandestinidad y las tácticas
insurreccionales (anarcomunismo) frente a las propiamente sindicales
(anarcosindicalismo).
La FRE sufre una crisis ideológica, eco de la crisis de la
Internacional en 1872, a causa de la polémica marxista-bakunista en
torno a dos cuestiones:
- Organizativas: los marxistas abogan por la centralización y el autoritarismo; los bakunistas por la autonomía de las federaciones.
- Tácticas: los bakunistas propugnan la abstención en todo acción parlamentaria y condena cualquier contacto con las organizaciones políticas, limitando la lucha al terreno económico (la huelga) o insurreccional (la acción directa). Los marxistas insisten, sin descartar la acción ilegal, en la participación en la vida política parlamentaria con objeto de mejorar la situación del proletariado.
En España, figuras como Francisco Mora, Pablo Iglesias y José Mesa
son atraídos al terreno marxista.
A partir de los primeros años de la Restauración, el número de
asociados baja progresivamente, apenas se publican periódicos y se
pierde el contacto con la base obrera.
La llegada del liberal Sagasta al poder en 1881 supondrá un respiro
a la movilización obrera. Ya se ha mencionado arriba que se convocó
un primer Congreso en Barcelona en que se constituye la FTRE. Sus
comienzos son prometedores pues un año más tarde se reúne en
Sevilla un segundo Congreso en el que están representadas más de
doscientas Federaciones Locales con cerca de cincuenta mil federados.
Pero tuvo una rápida decadencia, debida no sólo a los efectos de la
represión indiscriminada por los acontecimientos de la “Mano
Negra”, sino también a las divisiones internas: la federaciones
andaluzas defienden la acción directamente revolucionaria, mientras
que los líderes catalanes se decantan por las tendencias sindicales.
Dicha división era reflejo de la división sociológica: jornaleros
a destajo andaluces por un lado, obreros catalanes por otro, con
necesidades y problemas difíciles de poner de acuerdo estratégica y
tácticamente.
Tras la represión de 1883 -el proceso a la “Mano Negra” se
convirtió en un proceso general a los anarquistas-, y a causa de las
divisiones mencionadas, el anarquismo español entrará en un largo
período de decadencia. La FTRE se disolvió en 1888. Una de las
organizaciones que surgieron de su seno fue “Pactos de Unión y
Solidaridad”, que se fortalece con la celebración de los Primeros
de Mayo a partir de 1890, entra en crisis en 1893 y a comienzos de
siglo resurge con fuerza para acabar cristalizando en Solidaridad
Obrera, convertida en 1910 en la CNT, que practica, como táctica, la
acción directa para perturbar el orden capitalista y dar unidad y
conciencia al proletariado con vistas al asalto final, que revestiría
la forma de una huelga general revolucionaria.
Los Socialistas, que habían fundado en la clandestinidad el partido
socialista en 1879, no tuvieron apenas transcendencia más allá del
pequeño número de tipógrafos e intelectuales que se había
configurado como grupo marxista madrileño frente a la mayoritaria
tendencia bakunista.
En 1882 el PSOE y la UGT celebran sus congresos en Barcelona al
amparo del derecho de asociación ya citado arriba. En su ideario
revolucionario hallamos
la Dictadura del
Proletariado, la abolición de la propiedad privada, la
estatalización de los bienes de producción y la desaparición de
las clases sociales. Defendían el sufragio universal y, al igual que
los anarquistas, el derecho de asociación, manifestación y huelga,
la jornada de 8 horas, la eliminación del trabajo infantil y la
igualdad de los derechos de la mujer.
martes, 11 de febrero de 2014
Institución Libre de Enseñanza
Clasificación
Se
trata del discurso de apertura de cátedras pronunciado por Giner
para el curso de 1880-1881, primero de su rectorado, del que se ha
extraído un fragmento significativo. Apareció por primera vez en el
Boletín de
Institución Libre de Enseñanza de 8 de octubre, 1880; por lo que su
destino es público y va dirigido a todas aquellas personas
interesadas en el ámbito educativo.
Autor: Francisco Giner de los
Ríos (1839-1915) fue cofundador y alma de la ILE. Manifestó una
actitud crítica frente a la España tradicional, lo cual le llevó a
renunciar y a ser expulsado de su cátedra de Historia del derecho y
Derecho internacional de la Universidad de Madrid. Su pensamiento se
identificó con el krausismo, por ello considera la educación como
la fuerza civilizadora que ejerce un mayor influjo en la sociedad y
su pedagogía se centra en la formación completa del hombre, pues la
elevación del nivel educativo conlleva la mejora de los
comportamientos.
Circunstancias histórico-temporales:
En el inicio de la Restauración de Cánovas, la nueva Constitución de 1876 reconoce la libertad de enseñanza, que hacen posible la
fundación del centro docente que Giner y sus amigos pretendían. Se llamará Institución Libre de Enseñanza y abrirá su
primer curso a finales de octubre de 1876.
Análisis
Empieza afirmando que el objetivo de la ILE es ayudar al educando a
incorporarse a la sociedad en que vive y dotarle de vocación para
mejorarla.
Seguidamente se hace referencia a su método pedagógico, a la
posición del educador respecto del educando, posición que se
concibe de mediación individualizada, atendiendo todos los aspectos
de la conducta humana e intelectual del educando.
Luego, sobre un fondo de crítica regeneracionista, presenta el canon
de alumno que se ha de lograr mediante una acción
verdaderamente educadora: hombre de carácter con su
propia personalidad afirmada, moral, con una conciencia ética que le
dicte la norma a seguir, entregado a su vocación, sano de cuerpo y
alma, trabajador, amante de la patria, sincero y respetuoso con las
ideas de todos, pero sin claudicar de sus propias convicciones.
Este discurso es una declaración de principios básicos de la labor
pedagógica de la ILE, en que se aprecia lo que se propuso y trató
de conseguir en materia de enseñanza: una paulatina formación
integral de hombres.
Comentario
La situación de la educación en España era deplorable pues
registraba un índice de analfabetismo muy por debajo de la media de
la Europa occidental. En la segunda mitad del siglo XIX, el 68% de
los varones y el 81% de las mujeres eran analfabetos. La Ley Moyano (1857) reguló
la actividad educativa hasta el final de la centuria. Era una ley que
permitía al Estado un control estricto de la educación, a la cual
destinó sólo entre un 0,5 y un 1,5 del presupuesto. Por otra parte
el Concordato de 1851 dejaba en manos de los obispos la censura de
los libros de texto y el control de la actividad de maestros y
profesores contrarios a la ortodoxia católica. La situación de la
universidad era de estancamiento. En primaria y, más aún en
secundaria, los bajos índices de escolarización eran bajos porque
los obreros no podían permitirse pagar la matrícula. La situación
de maestros y profesores de las escuelas públicas era de precariedad
económica y, por tanto, social.
La fundación de la Institución
se asienta sobre dos principios
básicos: libertad de enseñanza y libertad de cátedra, en clara
contestación al decreto de Orovio. Supondrá una alternativa a la
educación impartida por la Iglesia Católica, cuyos fundamentos
eran: memorizar el dogma frente a las ilusiones erróneas del
raciocinio, reprimir el propio cuerpo como origen de inclinaciones
indeseables frente a satisfacción natural de sus tendencias, y
amenazas morales frente a gratificación y libertad.
Nació con vocación universitaria, pero al ser una institución
privada no podía conceder títulos oficiales, por lo que la ILE
padecería la disminución sucesiva de matrículas en los cursos de
nivel universitario. Los problemas económicos hicieron que su
actividad de centrara en Enseñanza Secundaria; a partir del curso de
1878 a 1879 abriría centros de Enseñanza Primaria.
La ILE no adoptó ninguno sistema determinado. Consistía en las
explicaciones del profesor, los resúmenes personales sobre lo
explicado, las prácticas, los trabajos manuales... Se prescindió de
los libros de texto: los alumnos habían de servirse de los apuntes
de clase y de las obras recomendadas para su lectura. De aquí se
desprende la importancia que tuvo la Biblioteca en la ILE. Los niños
estudiaban durante las horas hábiles de clase, nunca en sus casas.
Los llamados “deberes” estaban prohibidos; el hogar debe
dedicarse al descanso, a las aficiones privadas, a la convivencia
familiar, al juego. También la ILE era contraria a exámenes,
títulos y diplomas.
Se pretendía una enseñanza primordialmente intuitiva que daba
prioridad a la observación y a la inducción frente a la simple
información y acumulación de datos. Es una escuela activa donde no
se anticipa la conclusión, sino que se espera que el alumno la
descubra a fin de dejarle la iniciativa y el placer de su trabajo.
También se perseguía la formación integral de hombres completos,
abiertos a todos los ámbitos del interés humano. Así la enseñanza
debía tener un carácter enciclopédico, no sólo ser adiestrado
para una habilidad particular. Se introdujo la gimnasia, el dibujo, los ejercicios manuales, literatura, antropología, geología,
arte... y, la más trascendental de todas: la fusión de la primera y
segunda enseñanzas.
Una
de las bases de su pedagogía lo constituyeron las excursiones. Se
visitaron museos, iglesias, estaciones de ferrocarril, comercios,
fábricas, fundiciones, imprentas, periódicos, espacios naturales...
Su aspecto instructivo era obvio, pero también los profesores
imbuían hábitos de higiene, de convivencia con la naturaleza, de
esfuerzo físico para lograr un fin, de buenas maneras en el
comportamiento cotidiano, de ayuda mutua, de respetuosa confianza, de
austeridad... También introdujeron las colonias escolares.
Entre sus innovaciones pedagógicas se halla la coeducación, un
principio irrenunciable para Giner, puesto que quería colmar con
urgencia el abismo cultural y social que en su tiempo separaba a la
mujer del hombre. Para ILE la escuela no debe enrarecer
irracionalmente el ambiente social natural. Niños y niñas deben
observar el trato normal que se desarrolla en cualquier familia.
Respecto al problema sumamente delicado de la religión, la ILE fue
una escuela neutra que se declaró independiente respecto a toda
religión positiva. La filosofía de Giner era tolerante y alejó de
su escuela las ideas que dividen, las causas de disensión como eran
los dogmatismos religiosos y las intransigencias políticas. Se
procuró no dañar la confesión privada de las familias y de los
alumnos, entre los cuales había librepensadores, católicos
practicantes, algún protestante -por lo general, extranjeros-
indiferentes y algún ateo. En el profesorado sucedía lo mismo.
Conclusión valorativa
Tuvo un gran influjo en la renovación de la enseñanza media y
superior y en la reforma escolar republicana (1931-1936). Fue
trascendental para nuestra cultura contemporánea la creación en
1907 de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones
Científicas, gracias a los desvelos de Giner y sus colaboradores.
Dicha Junta fundó, entre otros, el Centro de Estudios Históricos,
la Residencia de Estudiantes y el Instituto de Biología Ramón y
Cajal.
Tras la guerra civil (1939), se prohíben sus actividades y se
incautan sus bienes debido a “sus notorias actuaciones contrarias a
los ideales del Nuevo Estado y a los intereses de la Patria”.
Medida coherente si escuchamos los “ideales del Nuevo Estado” de
boca del primer ministro de Educación tras la guerra, Pedro Sainz
Rodríguez: “La gran herejía de nuestro tiempo es el liberalismo
roussoniano (…) que afirma que el hombre es bueno por naturaleza,
frente a este dogma hay que contraponer la doctrina católica de que
el hombre es malo por causa del pecado original y de la caída que
envileció su alma”. Es decir, la inversión perfecta de la tesis
defendida por la ILE.
En nuestros días se reconoce el espíritu liberal y tolerante de la
enseñanza. La historia ha venido a dar la razón a los que siempre
ejercieron la comprensión, tolerancia y respeto a la conciencia
humana.
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